Efecto
dominó
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día estaba en una salita del monasterio, doblando unas toallas. Tenía la
ventana abierta, disfrutando de la brisa, pero, de pronto, se levantó un viento
muy fuerte. Por el rabillo del ojo descubrí que la puerta, de cristales, y que
me había dejado abierta... ¡¡iba a cerrarse de golpe!!
No
me daría tiempo a cruzar toda la sala y frenar la puerta... ¡ajá! ¡Pero estaba
al lado de la ventana!
Cerré
la ventana de un golpe, ¡y la puerta frenó en seco!
¡Cómo
me impresionó! Para mí, fue una bella parábola de que todo lo que hacemos,
afecta a los de nuestro alrededor. Gracias a que la ventana accedió a cerrarse,
¡evitamos lo que habría podido ser una catástrofe para la puerta!
¿Y
tú? ¿Qué dejas pasar a través de ti? Tal vez comiences el día dejando pasar la
brisa del entusiasmo de comenzar un nuevo día, refrescando tu ambiente y a los
de tu alrededor.
Pero,
a lo largo de la jornada, pueden levantarse fuertes vientos, ¡incluso
huracanes! Las prisas, los imprevistos o los roces, pueden volver gris nuestro
día. Y, cuando uno se pone de mal humor, ¡es fácil contagiarlo a los demás, y
comienzan los portazos!
Quizá
queramos ir frenando golpes “de puerta en puerta”, con la frustrante sensación
de no llegar a todo ni a todos... O podemos parar, dejar que Cristo cierre
nuestra ventana para que Él llene de paz nuestro interior.
Cristo
prometió estar a tu lado en todas las tormentas, pero, si Le dejas el mando,
¡Él tiene poder para calmarlas! Es en Él donde encontrarás la paz, la certeza
de ser amado incondicionalmente... Cuando experimentas esto, abrirás de nuevo
tu ventana, para ser, no cauce de vendavales, sino de Su amor.
Hoy
el reto del amor es frenar. ¡Y no es necesario esperar a que se avecine un
portazo! Puedes hacer una pausa ahora mismo, mientras lees esto. Dedica unos
minutos a mirar a Cristo. Ten por seguro que, “si supieras cuánto te ama...
llorarías de alegría”. Disfruta sabiendo que eres valioso para Él y, de Su
mano, ¡comienza la jornada! Deja que la brisa de Su amor entre por tu ventana,
¡y transforme todo a tu alrededor! ¿Qué tal si comienzas el día diciendo un
“buenos días” con una sonrisa? ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma