
En
la catequesis de la Audiencia General realizada en el patio de San Dámaso en el
Vaticano, el Papa Francisco se refirió al tema de ¿cómo vamos a salir de esta
crisis? En una catequesis anterior se refirió a la solidaridad como un elemento
importante para enfrentar este momento de dificultad. En la catequesis de hoy
afirmó: “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin la
contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las asociaciones,
de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones de la
sociedad civil”.
Más que una crisis sanitaria
Francisco
se refirió a las crisis que vive la sociedad actual solo puede ser superada si
cada uno asume su parte de responsabilidad: “Tenemos que responder no solo como
individuos, sino también a partir de nuestro grupo de pertenencia, del rol que
tenemos en la sociedad, de nuestros principios y, si somos creyentes, de la fe
en Dios”. Sin embargo, hizo notar que “a menudo muchas personas no pueden
participar en la reconstrucción del bien común porque son marginadas, excluidas
o ignoradas; ciertos grupos sociales no logran contribuir porque están ahogados
económica o políticamente”. Para participar en el cuidado y la regeneración de
nuestros pueblos, afirma el Papa, “es justo que cada uno tenga los recursos
adecuados para hacerlo (cfr Compendio de la doctrina social de la Iglesia
[CDSC], 186)”.
El principio de
subsidiariedad
El
Papa cita al Papa pío XI, quien “explicó lo importante que era para una
verdadera reconstrucción el principio de subsidiariedad (cfr
Enc. Quadragesimo anno, 79-80). Tal principio tiene un doble dinamismo: de
arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba” y que posibilita la participación y
la acción de todos los miembros de la sociedad, no solo de los más poderosos o
de los más débiles, sino, de todos. Por eso: “Cada uno debe tener la
posibilidad de asumir la propia responsabilidad en los procesos de sanación de
la sociedad de la que forma parte”.
Francisco
subrayó la importancia de reconocer que dar participación incluye reconocer la
sabiduría de aquellos que son los descartados, situados en los márgenes de las
sociedades: “Lamentablemente, esta injusticia se verifica a menudo allí donde
se concentran grandes intereses económicos o geopolíticos, como por ejemplo
ciertas actividades extractivas en algunas zonas del planeta (cfr QA,
9.14). Las voces de los pueblos indígenas, sus culturas y visiones del mundo no
se toman en consideración. Hoy, esta falta de respeto del principio de
subsidiariedad se ha difundido como un virus”. El Papa insistió: “Se
escucha más a las grandes compañías financieras que a la gente o aquellos que
mueven la economía real. Se escucha más a las compañías multinacionales que a
los movimientos sociales. Así no permitimos a las personas que sean
protagonistas del propio rescate (…) Hay que dejar actuar la sabiduría del
pueblo para poder salir de la crisis”.
El
Obispo de Roma, refiriéndose a la importancia de la participación de todos en la
solución de la crisis, declaró: “Nadie puede quedarse fuera. La injusticia
provocada por intereses económicos o geopolíticos tiene que terminar, y dar
paso a una participación equitativa y respetuosa”.
En
este contexto, Francisco puso el siguiente ejemplo: "¿Qué estás haciendo?
- Voy a trabajar para los pobres... Ah, qué bien. ¿Y qué es lo que haces? -
Enseño a los pobres, les digo lo que tienen que hacer... No, eso no es bueno,
el primer paso es dejar que los pobres te digan cómo viven, qué necesitan..."
¡Deja que todos hablen! Y así es como funciona el principio de subsidiariedad.
No podemos dejar a esta gente fuera de la participación; su sabiduría, la
sabiduría de los grupos más humildes no puede ser dejada de lado”.
Respetar la autonomía y la
capacidad de iniciativa
El
Papa, citando el texto de San Pablo (cfr 1Cor 12,22) en el que se afirma que
“Todas las partes del cuerpo son necesarias” y las que parecen más débiles y
menos importantes, en realidad son las más necesarias; a la luz de esa imagen afirma:
“podemos decir que el principio de subsidiariedad permite a cada uno asumir el
propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad. Realizarlo da esperanza
en un futuro más sano y justo; y este futuro lo construimos juntos, aspirando a
las cosas más grandes, ampliando nuestros horizontes e ideales”.
Solidaridad y
subsidiariedad
El
Papa insistió que “no hay verdadera solidaridad sin participación social, sin
la contribución de los cuerpos intermedios: de las familias, de las
asociaciones, de las cooperativas, de las pequeñas empresas, de las expresiones
de la sociedad civil. Tal participación ayuda a prevenir y corregir ciertos
aspectos negativos de la globalización y de la acción de los Estados, como
sucede también en el cuidado de la gente afectada por la pandemia. Estas
contribuciones “desde abajo” deben ser incentivadas”.
Francisco
valoró la actitud de reconocer mediante aplausos el trabajo y entrega del
personal sanitario, sin embargo, insistió: “Extendamos este aplauso a cada
miembro del cuerpo social, por su valiosa contribución, por pequeña que sea.
Aplaudamos a los ancianos, a los niños, las personas con discapacidad, los
trabajadores, todos aquellos que se ponen al servicio. ¡Pero no nos detengamos
solo en el aplauso!”
La esperanza es audaz
Francisco
insistió a quienes le escuchan: “La esperanza es audaz, así que animémonos a
soñar en grande, buscando los ideales de justicia y de amor social que nacen de
la esperanza. No intentemos reconstruir el pasado, especialmente el que era
injusto y ya estaba enfermo”.
El
Papa finalizó su mensaje invitando a todos: “Construyamos un futuro donde la
dimensión local y la global se enriquecen mutuamente, donde la belleza y
la riqueza de los grupos menores pueda florecer, y donde quien tiene más se
comprometa a servir y dar más a quien tiene menos”.
Saludos a los cristianos
de Cuba
El
Papa se despidió de los asistentes, recordando que en estos días se cumplen
cinco años de su viaje a Cuba: “Saludo a mis hermanos Obispos y a todos los
hijos e hijas de esa amada tierra. Les aseguro mi cercanía y mi oración. Pido
al Señor, por intercesión de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, que los
libre y alivie en estos momentos de dificultad que atraviesan a causa de la
pandemia”.
Vatican News