
El
día que nos toca cocina, nos quedamos comiendo en ella en lugar de en el
refectorio (comedor), porque después tenemos que recoger y fregar. Por lo
general, ese día alargamos la sobremesa, o nos retrasamos por haber cocinado
hasta última hora y terminamos un poco tarde de fregar.
Pero
no, ese día no. Nos habíamos propuesto acabar pronto, pues estábamos de
Ejercicios Espirituales y, si acabábamos antes, podríamos irnos a descansar.
Adelantamos
nuestra comida, fregamos según iban trayendo los platos... ¡acabamos en tiempo
récord! Vinieron a ayudarnos y se asombraban al ver que ya habíamos acabado.
Contentas por la hazaña, nos fuimos incluso antes de lo previsto.
Por
la tarde, fui a preparar la cena y... ¿sabes qué me encontré? ¡Los platos de
media Comunidad sin fregar! En la comida habíamos corrido tanto, tanto, que no
les dio tiempo a traer los platos de las rezagadas. No pude más que echarme a
reír. Si es que... las prisas no son buenas para nada.
Es
fácil que, a la hora de hacer algo, nos entre la prisa. ¿Te has planteado por
qué?
Normalmente
es porque tenemos cosas en “cola”, esperando, pero la prisa nos incapacita para
vivir el presente.
Jesús,
cuando le vemos en el Evangelio, si hay algo que no tenía era prisa. Explicaba
con calma a sus discípulos, se paraba a hablar, a orar largos ratos, sin prisa,
haciendo que se sintiesen amados, escuchados, acompañados.
Hoy
el reto del amor es que hagas algo con alguien sin prisa. Que hoy no se queden
sin fregar los platos de esa persona a la que quieres.
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma