Nació
en Aragón, España, en 1556, hijo del gobernador de la región
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Dominio público |
En
el colegio se burlaban de él los compañeros, porque les perecía demasiado
piadoso, pero poco a poco con su amabilidad los fue ganando a su favor.
Siendo
universitario tuvo que huir de la ciudad donde estudiaba porque una mujer joven
pretendía hacerlo pecar. Imitaba así a José el de la Biblia, que prefirió
perder cualquier amistad aunque fuera de persona de alta clase social, con tal
de no ofender a Dios.
Su
padre deseaba que José fuera el heredero administrador de sus muchos bienes y riquezas.
Pero en una gravísima enfermedad, el joven le prometió a Dios que si le
concedía la curación, se dedicaría únicamente a trabajar por la salvación de
las almas. El joven curó de la enfermedad, y entonces el papá le permitió
cumplir su promesa, y fue ordenado sacerdote. Ya antes se había graduado de
doctor en la universidad de Alcalá.
Cargos
importantes
Como tenía fama de gran santidad y de mucha sabiduría, el
señor obispo le fue concediendo puestos de mucha responsabilidad. Primero lo
envío a una región montañosa donde la gente era casi salvaje y muy ignorante en
religión. Allá, entre nieves y barrizales y por caminos peligrosos, se propuso
visitar familia por familia para enseñarles la religión y el cambio total.
En
Barcelona existía una terrible pelea entre dos familias de las principales de
la ciudad, con grave peligro de matanzas. San José fue enviado a poner la paz y
logró que se casara un joven de una de las familias con una muchacha de la
familia contraria y así volvió a ver paz entre los que antes eran enemigos.
El
señor obispo de Urgel lo nombró su vicario general, el más alto puesto en la
diócesis después del prelado.
Renuncia
a todo
Pero él sentía una voz en su interior que le decía: "¡Váyase
a Roma! ¡Váyase a Roma!" Y en sueños veía multitudes de niños
desamparados que le suplicaban se dedicara a educarlos. Así que renunciado a
sus altos puestos, y repartiendo entre los pobres las grandes riquezas que
había heredado de sus padres, se dirigió a pie a la Ciudad Eterna.
Educador
de los pobres
En Roma se hizo socio de una cofradía que se dedicaba a
enseñar catecismo a los niños y se dio cuenta de que la ignorancia religiosa
era total y que no bastaba con enseñar religión los domingos, sino que era
necesario fundar escuelas para que los jovencitos tuvieran educación e
instrucción durante la semana. En ese tiempo los gobiernos no tenían ni
escuelas ni colegios, y la juventud crecía sin instrucción. Se reunió con unos
sacerdotes amigos y fundó entonces su primera escuela en Roma. Su fin era
instruir en la religión y formar buenos ciudadanos. Pronto tuvieron ya cien
alumnos. Tenían que conseguir profesores y edificio, porque los gobiernos no
costeaban nada de eso. Pronto fueron llegando nuevos colaboradores y los
alumnos fueron ya setecientos. Más tarde eran ya mil los jóvenes que estudiaban
en las escuelas dirigidas por José y su amigos. En sus ratos libres se
dedicaban a socorrer enfermos y necesitados, especialmente cuando llegaban la
peste o las inundaciones. Con su amigo San Camilo eran incansables en ayudar.
Los
escolapios
A sus institutos educativos les puso por nombre "Escuelas
Pías" y los padres que acompañaban al padre Calasanz se llamaron
Escolapios. Después de un par de años ya había "Escuelas Pías" en
muchos sitios de Italia y en muchos países. Ahora los padres Escolapios tienen
205 casas en el mundo, dedicadas a la educación, con 1630 religiosos. Son
estimadísimos como educadores.
Visitas
repentinas e inesperadas. Los envidiosos empezaron a hacer llegar quejas
contra las Escuelas Pías, y el Sumo Pontífice Clemente VIII envió a los sabios
Cardenales Baronio y Antoniani a que hicieran una visita sorpresa a las tales
escuelas. Los dos cardenales se presentaron repentinamente sin previo aviso y
encontraron que todo funcionaba tan sumamente bien, que el Papa al escuchar su
excelente informe se propuso ayudarlas mucho más en adelante. Algo parecido
hizo más tarde el Papa Paulo V y al darse cuenta de los bien que funcionaban
las escuelas del padre Calasanz, le concedió toda su ayuda. Y en verdad que la
necesitaba porque las dificultades que se les presentaban eran muy grandes.
Empiezas
los dolores. El padre Calasanz tenía una gran fuerza y un día se echó
sobre sus espaldas una pesadísima campana y se subió por una escalera para
llevarla a la torre. Pero la escalera se partió y él cayó con la campana y se
rompió una pierna. Duró varios meses en cama entre la vida y la muerte y desde
entonces su falta de salud lo hizo sufrir mucho. Pero los mayores sufrimientos
le iban a llegar de otra manera totalmente inesperada.
La
persecución
Recibió el padre Calasanz como colaborador a un hombre
ambicioso y lleno de envidia, el cual se propuso hacerle la guerra y quitarle
el cargo de Superior General. Por las calumnias de este hombre y de varios más,
nuestro santo fue llevado a los tribunales y solamente la intervención de un
cardenal obtuvo que no lo echaran a la cárcel. Él repetía: "Me acusan
de cosas que no he hecho, pero yo dejo a Dios mi defensa". El
envidioso logró a base de calumnias que a San José Calasanz le quitaran el
cargo de Superior General, y después las acusaciones mentirosas llegaron a tal
punto que la Santa Sede determinó acabar con la congregación que el santo había
fundado. San José al escuchar tan triste noticia, repitió las palabras del
Santo Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios".
Afortunadamente,
después se supo la verdad y al Fundador le fueron restituidos sus cargos y la
Comunidad volvió a ser aprobada y ahora está extendida por todo el mundo.
Dicen
que San Alfonso de Ligorio cuando estaba fundando la Congregación de Padres
Redentoristas, y encontraba fuertes dificultades y oposiciones, leía la vida de
San José de Calasanz para animarse y seguir luchando hasta conseguir la
definitiva aprobación.
El
25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años pasó este gran apóstol a la
eternidad, a recibir el premio de sus grandes obras apostólicas y de sus
muchísimos sufrimientos.
Fuente:
EWTN