La
higuera
Hola,
buenos días, hoy sor Amada nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
nuestro monasterio tenemos cuatro higueras; tres de ellas tienen muchos años,
80, 90 o quizá más, pero hay otra al borde de un paseo que es más joven y no es
muy grande. Le ha tocado sufrir heladas muy fuertes que la dejaron casi
reducida a la nada, pues se secaron casi todas las ramas, pero ha remontado, ha
revivido, y este año está preciosa, llena de hojas y de... frutos, ricos higos.
Cuando
paso delante de ella, recuerdo la anécdota de Jesús y sus discípulos que nos
narran los Evangelios. Yo le hago la señal de la cruz, y la animo para que sus
frutos lleguen a sazón y gratuitamente nos les ofrezca como un gesto suyo de
amor.
Ella
(la higuera), lo recibió todo de su Creador que, mirándola, vio que era buena,
y la dotó de semilla, ramas, hojas y fruto, para que ella a su vez haga lo
mismo.
Cuando
se pasa por su lado, enseguida percibes el olor a higuera, e instintivamente
miro a ver si hay higos, con alegría veo que sí que los tiene y le digo: “¡Qué
bien!, si Jesús te mirara (y te está mirando) ... se alegra de nuevo, pues no
solo tienes hojas, ¡sino también higos!” (aunque en Lerma, por ser una región
de España fría, no han madurado aún, pero los podremos comer un poco más
adelante).
También
hoy Cristo pasa a nuestro lado y nos mira esperando buenos frutos. Espera que
se los ofrezcamos gratuitamente para saciar su hambre de amor. Y no solo de
amor, sino de fidelidad a Él, de compasión y respeto a nuestros hermanos más
cercanos lo mismo que a los de lejos que sufren en sus países guerras,
persecución, hambre...
Cristo
sigue esperando encontrar en nuestro corazón buenos frutos que alegren a los
que viven a nuestro lado, trabajan con nosotros y caminan con nosotros.
¡Oh
Cristo!, míranos con tus ojos divinos que todo lo hacen nuevo, y daremos frutos
exquisitos y en abundancia en todo tiempo.
Hoy
el reto del amor es que ofrezcas gratuitamente a tu alrededor sonrisas
complacientes y amorosas.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma