“La
paciencia, todo lo alcanza"
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Saliendo
del convento, en una de las explanadas de los muchos caminos de la huerta, han
ido echando desechos de derribo, todo de madera: vigas, puertas, tablones,
mesas, muebles viejos, etc., etc… Muchas veces, nos los traen los vecinos de
Lerma y, otras veces, es que hemos hecho limpieza de los gallineros, donde
hemos ido guardando “de todo”…
Cada
vez el montón es más grande, y Antonio ahora paró de cortarlo, para dejarlo
preparado para las glorias en el invierno… ¡que nos viene muy bien!…
Como
veía esto todos los días a la salida del convento, le dije a la hermana
procuradora: “¿Por qué no va cortando Antonio toda la madera, pues dentro de
poco, va a llegar a tapar el camino, sin dejarnos paso?”… Entonces me contestó
muy segura: “Ahora, en verano, con estos calores, no se puede usar la
motosierra, pues las chispas que despide, pueden hacer arder la paja de
alrededor y se forma un incendio… ¡Es muy peligroso!”… ¡Me pareció una
respuesta justa!…
Después,
en la oración, me venía este episodio, en el que yo, por mi impaciencia y deseo
perfeccionista, habría arrasado con todos los trastos viejos, y con la
motosierra, ¡habría dejado todo más limpio que un solar!…
Pero
el Señor me instruía por dentro: “¡No siempre lo más “perfecto”, es lo mejor!”…
A esta “perfección”, se le interpone la prudencia, la paciencia, el amor al
“plan justo”, y no a mis planes…
Así
sucede con la voluntad de Dios, con sus caminos y proyectos. Generalmente, no
coinciden con mis deseos primarios, pero sí con lo que el Señor me insinúa,
después de una oración silenciosa y perseverante… ¡La plegaria lo arregla todo
y nos hace inclinarnos hacia lo verdaderamente Bueno y Justo!…
¡Y
esto, lo tengo que aplicar en mis relaciones con los hermanos!: ¡Cuántas veces,
con mis prisas y ceguera por el ego, quisiera cambiar al otro: “¡Si quitara
esto!”… “¡Si transformara esta actitud, que yo percibo como no buena!”… ¡”Todo
le iría mejor, para ella y para la Comunidad!”…
Pero,
el Señor no me ha nombrado “juez” sino instrumento de amor y misericordia, de
paciencia y benevolencia; los juicios y sentencias no son el papel que Dios me
ha asignado entre los hermanos…
¡La
oración es la plataforma en la que se ve todo esto, con una claridad diáfana!…
Hoy
el reto del amor es poner espera y paciencia en mis juicios y obras
precipitadas: ¡Reflexión y oración antes de actuar!…
VIVE
DE CRISTO