LA CURIOSA PROMESA DEL PAPA FRANCISCO A LA VIRGEN DEL CARMEN (Final)

Se cumplen 30 años de esa promesa: No ve la Televisión desde 1990. Algunas particularidades de la vida del Papa Francisco contadas por él mismo

Catholic Press Photo
¿Siente presión?

Las presiones existen. Toda persona de gobierno siente presiones. En este momento lo que más me cuesta es la intensidad que hay de trabajo. Estoy llevando un ritmo de trabajo muy fuerte, es el síndrome del fin del año escolar, que acá termina a fin de junio. Y entonces se juntan mil cosas, y problemas hay…

Y después están los problemas que te arman, con que dije o no dije… Los medios de comunicación también toman una palabra y por ahí la descontextualizan. El otro día en la parroquia de Ostia, cerca de Roma, voy saludando a la gente, y habían puesto a los ancianos y a los enfermos en el gimnasio. Estaban sentados y yo pasaba y los saludaba.

Entonces dije: «Miren qué divertido, acá donde jugaban los chicos están los ancianos y los enfermos. Yo los comprendo a ustedes porque también soy anciano y también tengo mis achaques, soy un poco enfermo». Al otro día salió en los diarios: «El Papa confesó que estaba enfermo». Contra ese enemigo no podés.

¿Y está encima de todo lo que se publica?

No, no. Diario leo solamente uno, La Repubblica, que es un diario para sectores medios. Lo hago a la mañana y no me lleva más de 10 minutos ojearlo. Televisión no veo desde el año 1990 (se toma el tiempo para responder). Es una promesa que le hice a la Virgen del Carmen en la noche del 15 de julio de 1990.

¿Por un motivo en particular?

No, no, me dije: Esto «no es para mí».

¿No ve los partidos de San Lorenzo?

No veo nada.

¿Cómo se entera de los resultados?

Hay un guardia suizo que todas las semanas me deja los resultados y cómo va en la tabla.

Usted, entre los Papas, ¿sería un Messi o un Mascherano?

No sabría decirte porque no sé distinguir el estilo de los dos porque no veo fútbol. Messi vino dos veces acá y nada más, no lo he visto.

¿Navega por Internet?

Nada. Y dar entrevistas jamás, ahora se me ha dado, es el estado de gracia. Antes enfrentarme a un periodista me daba pánico.

¿Cómo ve a la Argentina desde el Vaticano?

Como un país de muchas posibilidades y de tantas oportunidades perdidas. Como decía el cardenal Quarracino -y es verdad-, somos un país que ha perdido tantas oportunidades a lo largo de la historia. Algo pasa, con toda la riqueza que tenemos. Como el cuento de los embajadores de los países que se fueron a quejar a Dios porque a los argentinos le habían dado tantas riquezas y a ellos solamente una, o la agricultura o la minería. Dios los escuchó y les contestó: «No, perdón, para balancear les di los argentinos».

¿Sigue la evolución de la política en Argentina?

No, para nada, corté acá la recepción de políticos porque me di cuenta de que algunos usaban eso y mi foto, aunque también es cierto que algún otro ni dijo que había estado conmigo y ni se sacó la foto. Pero para evitar eso, los políticos en audiencia privada, no. Si vienen van a las audiencias generales, los saludo.

Pero no sé cómo van las elecciones ni quiénes son los candidatos. Me imagino quiénes deben ser los principales, pero no sé tampoco cómo van las tensiones. Sé que en las PASO de Buenos Aires ganó el PRO porque lo vi en el diario, salió hasta en La Repubblica.

¿Le gusta que lo cataloguen como el Papa pobre?

Si ponen después otra palabra, sí. «Pobre tipo», por ejemplo… (se vuelve a reír con ganas). La pobreza es el centro del Evangelio. Jesús vino a predicar a los pobres, si vos sacás la pobreza del Evangelio no entendés nada, le sacás la médula.

¿No es utópico pensar en que se puede erradicar la pobreza?

Sí, pero las utopías nos tiran para adelante. Sería triste que un joven o una joven no las tuviera. Hay tres cosas que tenemos que tener todos en la vida: memoria, capacidad de ver el presente y utopía para el futuro.

La memoria no hay que perderla. Cuando los pueblos pierden su memoria está el gran drama de descuidar a los ancianos. Capacidad de hermenéutica frente al presente, interpretarlo y saber por dónde hay que ir con esa memoria, con esas raíces que traigo, cómo la juego en el presente, y ahí está la vida de los jóvenes y adultos. Y el futuro, ahí está la de los jóvenes sobre todo y la de los niños.

Con memoria, con capacidad de gestión en el presente, de discernimiento y la utopía hacia el futuro, que ahí se involucran los jóvenes. Por eso el futuro de un pueblo se manifiesta en el cuidado de los ancianos, que son la memoria, y de los niños y jóvenes, que son los que van a llevarla adelante.

Los adultos tenemos que recibir esa memoria, trabajarla en el futuro y darla a los hijos. Una vez leí algo muy lindo: «El presente, el mundo que hemos recibido, no es sólo una herencia de los mayores sino más bien un préstamo que nos hacen nuestros hijos para que se lo devolvamos mejor».

Si yo corto mis raíces y me desmemorizo me va a pasar lo que le pasa a toda planta, me voy a morir; si yo vivo solamente un presente sin mirar la previsión a futuro, me va a pasar lo que le pasa a todo mal administrador que no sabe proyectar. La contaminación ambiental es un fenómeno de ese estilo. Tienen que ir las tres juntas, cuando falta alguna un pueblo empieza a decaer.

¿Cuáles son los peores males que aquejan al mundo hoy?

Pobreza, corrupción, trata de personas… Me puedo equivocar en la estadística, pero qué me decís si te pregunto ¿qué ítem viene en gasto en el mundo después de alimentación, vestido y medicina? El cuarto son los cosméticos y el quinto las mascotas. Es grave eso, eh.

El cuidado de las mascotas es como el amor un poco programado, es decir, yo puedo programar la respuesta amorosa de un perro o de una gatita, y ya no necesito tener la experiencia de un amor de reciprocidad humana. Estoy exagerando, que no se tome textual, pero es para preocuparse.

¿Por qué siempre repite «recen por mí»?

Porque lo necesito. Yo necesito que me sostenga la oración del pueblo. Es una necesidad interior, tengo que estar sostenido por la oración del pueblo.

¿Cómo le gustaría que lo recuerden?

Como un buen tipo. Que digan: «Este era un buen tipo que trató de hacer el bien». No tengo otra pretensión.

¿Qué recuerdos tiene del fútbol y de San Lorenzo en su infancia?

Me acuerdo como si fuera hoy la campaña del 46, nosotros íbamos al Gasómetro todos los domingos. Íbamos en familia, hasta ese momento iba mi mamá también. Después del partido salíamos y comprábamos caracoles en salsa, unas cuantas pizzas y volvíamos a casa. Era todo una fiesta familiar. Lo seguíamos de local nada más, y algunas veces cuando jugaba en Ferro, pero si no, a otras canchas no íbamos.

¿Le gustaría que Marcelo Tinelli, vice de San Lorenzo, sea presidente de la AFA?

A Tinelli lo vi dos veces. Una sin saber que era él, no lo conocía, lo saludé en el amistoso Argentina-Italia, y después me dijeron: «Ese que saludó tercero es Tinelli». Y la segunda vez que lo vi fue cuando me trajo la Copa. Pero no sé cómo está la situación allá, no tengo idea qué pasa.

¿Qué opinión tiene de lo que pasó en el Boca-River?

Fue una pena. Son esas salvajadas propias de la persona que la pasión lo desborda, y también la prepotencia y la no sociabilidad, la incapacidad de vivir en sociedad. La verdad que es lamentable que en nuestro pueblo existan cosas como las «barrasbravas», sé que en otros países también existen.

Acá en Italia también hubo problemas entre «barrabravas», que no necesariamente luchan por el club, la mayoría son mercenarios. Es lamentable. Yo viví el tiempo del fútbol amateur, en la campaña del 46 yo tenía 9 años y siempre iba a la tribuna, nunca a la platea.

Lo peor que se le decía al árbitro era vendido, infeliz, idiota, y de ahí no subía. O patadura a alguno que no había agarrado bien la pelota, o dormido… No es esa catarata tan colorida de insultos de ahora. Ha cambiado el ambiente y es lamentable.

Fuente: Aleteia Team