LO QUE REVELAN LOS AÑOS OCULTOS DE JESÚS SOBRE EL TRABAJO

Jesús pasó la mayor parte de su vida en la tierra "escondido", realizando actividades domésticas ordinarias. ¿Qué lecciones se pueden aprender de estos años?

Gianni Dagli Orti / Aurimages

De sus 33 años en esta tierra, Jesús vivió 30 discretamente en su pueblo de Nazaret, mientras que dedicó solo tres años a su ministerio público. Durante estos años de vida "oculta", Jesús trabajó, oró y vivió como hijo, amigo, prójimo y ciudadano. A través de ciertos pasajes de la Biblia, es fácil imaginar que su trabajo como carpintero debió ocupar un lugar importante en su vida.

Conocía perfectamente la realidad del trabajo manual y de la construcción, y su experiencia personal se refleja también en algunas de sus parábolas, como la parábola de los dos constructores (Mt 7, 24-27 ) o la parábola de la torre inacabada (Lc 14,28-30).

En una homilía de mayo de 2013 , el Papa Francisco describió a Jesús "aprendiendo de san José el oficio de carpintero, en el taller de Nazaret, compartiendo con él sus momentos de celo en el trabajo, su cansancio, satisfacción ante el trabajo bien hecho y las dificultades de cada día".

En su encíclica Laborem Exercens, el Papa Juan Pablo II también afirmó que en la vida de Cristo y en sus parábolas hay un verdadero "Evangelio del trabajo". Esto recuerda que Jesús, que es Dios mismo, "se hizo en todo semejante a nosotros y dedicó la mayor parte de su vida en la tierra al trabajo manual, en su banco de carpintero".

1. EL TRABAJO, CAMINO HACIA LA SANTIFICACIÓN

"El trabajo puede ser un medio de santificación y una animación de las realidades terrenas en el Espíritu de Cristo".

El trabajo silencioso de Jesús en el taller de Nazaret fue para Él un tiempo de preparación interior a su ministerio. Del mismo modo, en la vida cotidiana de cada uno, el trabajo bien hecho, realizado con amor, puede convertirse en una preparación interior para la santificación y la vida eterna.

2. LO QUE IMPORTA ES CÓMO HACES LAS COSAS

La humildad de una tarea no debe desanimar. Ya sea grande o pequeña, puede ofrecerse íntegramente al Señor. Esto es lo que dice el Catecismo al afirmar que el trabajo "puede ser también redentor, soportando el dolor del trabajo en unión con Jesús […] el hombre colabora en cierto modo con el Hijo de Dios en su obra redentora. Se muestra como discípulo de Cristo llevando la Cruz, cada día, en la actividad que está llamado a realizar" (n. 2427).

Si bien el trabajo a veces puede ser agradable y placentero, también puede resultar pesado, dando la impresión de estar cargando una cruz real. Sin embargo, por difícil o tedioso que sea, se puede hacer con amor, como un acto de sacrificio y alabanza.

3. EL TRABAJO, UNA MANERA DE COCREAR CON DIOS

Es sorprendente que el trabajo no sea consecuencia del pecado, porque existía mucho antes de la caída. Desde la creación, el hombre es invitado a participar de la obra divina, convirtiéndose en cocreador con Dios.

Considerar tu trabajo como una oportunidad para cocrear con el Señor te permite cambiar tu mirada sobre lo que se logra. Al tener presente esta presencia divina en cada tarea, como lo hizo Jesús durante sus años escondido en Nazaret, su visión del trabajo se transformará.

Theresa Civantos Barber

Fuente: Aleteia