Una segunda oportunidad
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
me cargué una cosa mientras la intentaba grabar en la máquina láser. Era de
plástico y, claro, tuve que parar la máquina cuando vi que el láser, en vez de
grabar, iba derritiendo a su paso.
Al
coger el artículo en mi mano, me di cuenta de que no podía arreglarlo; tenía
que ir a coger otro nuevo para hacerlo bien. Gracias a Dios, desde el principio
me han enseñado que siempre tengo que contar con un margen de error, y más con
esta máquina que, si no sale bien, arrasa con el material...
Pero
aquello me hizo pensar mucho, porque era un error “irreparable”, ya no valía:
tenía que tirarlo y coger otro. Y es que, hoy en día nos sucede con muchas
cosas: las impresoras, cuando dicen que ya no imprimen más, olvídate de
intentar arreglarlas, ya no se puede hacer nada... y así tantas cosas que están
pensadas con fecha de caducidad o que al primer golpe se vuelven irreparables.
Esta
cultura se nos va colando; sin embargo, la buena noticia es que con Cristo no
funciona así. Con Él siempre hay una segunda oportunidad, ¡siempre! Da igual lo
lejos que nos hayamos ido, y el daño que nos hayamos podido hacer por el
camino, con Él siempre podemos empezar de nuevo, porque su amor por nosotros se
renueva cada mañana.
Pero,
además, Él nos regala algo mucho más desbordante todavía. Cuando nos
equivocamos, cuando algo se rompe en nosotros, Él no va al almacén para
sustituir esa “pieza”, sino que realiza una obra increíble: Él te resucita,
Cristo restaura tu ser, pieza a pieza, y así, eso que dentro de ti pensabas que
estaba muerto, te lo devuelve resucitado. Ya no es nuevo... ¡es mejor que
nuevo!
Solo
Él es capaz de hacer algo así, y es que su poder es eterno, y nunca cesará de
volver a intentar hacernos felices. Todo su afán es ese, que encontremos Su
camino, el camino de la felicidad, y que realmente lo seamos.
Hoy
el reto del amor es rendirte a Sus pies. No tires más tiempo con ese roto, no
pienses que ya tienes que vivir así: para ti también hay una segunda
oportunidad. Se llama Cristo, y está a tu puerta esperando que le abras para
realizar esta obra maravillosa en ti. Busca a alguien que realmente te sepa
escuchar y te ayude a abrirle la puerta de tu corazón a Cristo. La Vida, con
Mayúsculas, te espera.
VIVE
DE CRISTO