Murió el 31 de mayo de 1787 en el convento de Nicosia,
a la edad de 78 años. Fue Beatificado el 12 de Febrero de 1888 por el Papa León
XIII y Canonizado el 23 de Octubre del 2005 por el Papa Benedicto XVI
Dominio público |
Nació
en Nicosia (Sicilia, Italia) el 5 de noviembre de 1715, en una familia pobre,
pero muy religiosa. Fue bautizado ese mismo día con los nombres de Filippo
Giacomo. Su padre, zapatero, murió un mes antes de que él naciera.
Como la mayor parte de los niños pobres sicilianos de ese tiempo, no fue a la escuela. Ejerció también él desde niño el oficio de zapatero.
Como la mayor parte de los niños pobres sicilianos de ese tiempo, no fue a la escuela. Ejerció también él desde niño el oficio de zapatero.
La cercanía de un convento de padres capuchinos le permitió visitar con
frecuencia a la comunidad y conocer a los religiosos. Se sintió cada vez más
atraído por su vida: alegría, austeridad, pobreza, penitencia, oración,
caridad y espíritu misionero.
A los veinte años pidió al superior del convento de Nicosia que intercediera
ante el padre provincial para que fuera aceptado en la Orden como lego, pues,
al ser analfabeto, no podía ser admitido como clérigo, y sobre todo porque ese
estado correspondía más a su índole sencilla y humilde. No fue aceptado ni
entonces ni a lo largo de ocho años, a pesar de sus repetidas solicitudes. Pero
no perdió la esperanza.
En 1743, cuando supo que el padre provincial de Messina se encontraba de visita
en Nicosia, pidió hablar personalmente con él para exponerle su deseo. Al fin,
el provincial lo admitió en la Orden.
El 10 de octubre de 1743, en el convento de Mistretta, comenzó su noviciado,
tomando el nombre de Félix. Fue para él un año de ejercicio de las virtudes
particularmente intenso. Destacó por su obediencia, por su sencillez, por su
amor a la mortificación y por su paciencia.
Hizo su profesión el 10 de octubre de 1774 y lo mandaron al convento de
Nicosia.
Ejerció el oficio de limosnero. Cada día recorría las calles del pueblo
llamando a las puertas de los ricos, invitándolos a compartir sus bienes, y a
las de los pobres, para ofrecerles ayuda en sus necesidades. Siempre daba las
gracias, tanto cuando le hacían donativos como cuando lo rechazaban de mala
manera, diciendo: "Sea por amor de Dios".
Aunque era analfabeto, conocía bien la sagrada Escritura y la doctrina
cristiana, pues se esforzaba por retener en la memoria los pasajes bíblicos y
los textos de libros edificantes que se leían en el convento durante la comida;
también retenía lo que escuchaba durante las predicaciones en las iglesias de
Nicosia.
Fue muy devoto de Jesús crucificado. Los viernes contemplaba la pasión y muerte
de Jesucristo; todos los viernes de marzo ayunaba a pan y agua, y pasaba mucho
tiempo en el coro con los brazos en cruz, meditando ante el crucifijo.
Tenía particular devoción a la Eucaristía. Pasaba horas ante el sagrario,
incluso después de llegar muy cansado de los trabajos del día.
Veneraba con ternura a la Madre de Dios.
Aunque se encontrara débil o enfermo a causa de las duras penitencias y
mortificaciones, siempre estaba dispuesto a cualquier forma de servicio,
sobre todo en la enfermería del convento.
Mientras trabajaba en el huerto, le sobrevino una fiebre violenta. Su superior,
por obediencia, lo mandó a la cama. Al médico que le recetó medicinas le dijo
que eran inútiles, pues se trataba de su última enfermedad. Y así fue. Murió el
31 de mayo de 1787 en el convento de Nicosia, a la edad de 78 años. Fue
Beatificado el 12 de Febrero de 1888 por el Papa León XIII y Canonizado el 23
de Octubre del 2005 por el Papa Benedicto XVI.
Fuente: Vatican.va