Estas son las “tres armas” del Corazón de Jesús para
la lucha espiritual
Primera arma
Santa Margarita
confesó que nada le era más doloroso que ver a Jesús incómodo por alguna falta
que ella había cometido. Cierto día Jesús le dijo: “Sabed que soy un Maestro
santo, y enseño la santidad. Soy puro, y no puedo sufrir la más pequeña mancha.
Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con simplicidad de
corazón en intención recta y pura”.
“Pues no puedo
sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha
movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis
designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que si soy
manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus
infidelidades”.
Segunda arma
Jesús reprendía
severamente a Santa Margarita por sus faltas a la obediencia a sus
superiores o a su regla.
Una vez, al
corregirla le dijo: “Yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio
querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría más verla
gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose
con austeridades y ayunos por voluntad propia".
En otra ocasión
Cristo le reveló la acción del demonio con los indisciplinados. “Oye hija mía,
no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando
por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de
que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no
tiene poder alguno sobre los obedientes".
Tercera arma
Un día la Santa
vio una gran cruz cubierta de flores y Jesucristo le manifestó que “poco a poco irán cayendo
esas flores, y solo te quedarán las espinas, ocultas ahora a causa de tu
flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas, que
tendrás necesidad de toda la fuerza de mi amor para soportar el sufrimiento”.
Más adelante,
la Santa llegaría a decirle: “Nada quiero sino tu Amor y tu Cruz, y esto
me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que deseo”.
Estas armas
espirituales permitieron que la Santa fuera creciendo en santidad y que poco a
poco Jesucristo le revelara algunos deseos de su corazón.
En sus
escritos, ella dejaría como legado el siguiente mensaje: “Solo el corazón
humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, conversar con Él,
amarle y ser amado de Él”.
Fuente: ACI
Prensa