Tira
lo que no te da vida
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ya
estamos arreglando la segunda parte del gallinero, esa nave que estamos
vaciando, limpiando, pintando... para luego poner estanterías y usarlo de
almacén.
Al
empezar, lo dividimos en tres. La segunda sección estaba toda llena de
baldosas. Sí, cuando en el Monasterio se arregla un suelo, o la cocina, o los
baños... las baldosas que sobran se guardan para “por si acaso” ocurre algo: si
alguna se rompe, se puede reponer.
No
te puedes imaginar la cantidad de cajas que había con restos de baldosas que no
conocíamos, porque también se guardaban las muestras que traían los obreros.
Todo
se guarda para “por si acaso” pasa algo; que nunca pasa (o casi nunca) y,
cuando sucede, ni te acuerdas de que tienes baldosas guardadas. Porque, ya te
digo que había baldosas que tendrían bien, bien... 70 años. Al final se hizo
limpieza, se dejaron unas pocas... y se llenó un contenedor de escombros.
Cuando
miraba el contenedor, me daba cuenta de la cantidad de cosas que guardamos
dentro de nosotros, y que unas valen y otras no valen.
Guardamos
momentos felices, donde hemos disfrutado del amor, de la familia, de los
amigos, de un viaje, de una cena, de un paseo, de una conversación, de un
encuentro... Lo que recordamos genera dentro de nosotros vida, alegría,
ilusión, acción de Gracias.
Pero
también tenemos dentro de nosotros baldosas que no valen para nada, como ese
resentimiento contra aquel amigo por lo que me hizo, ese rencor por lo que no
me dejaron hacer, esas palabras duras que no puedo perdonar, esos desprecios...
Tantas cosas que guardamos en nuestro interior y que no nos dan vida; al revés,
nos quitan la vida. Pero lo guardamos todo dentro de nosotros, para por si
acaso se presenta la ocasión.
Jesús
nos muestra con su vida que no acumulemos, que no dejemos que el mal coja
fuerza en nosotros, que todo aquello que no te da vida... lo tires al
contenedor. Que limpies aquello que se te va pegando, y que seguro que no lo
quieres.
Pero
lo que nos suele pasar es que, a veces, el dolor, el rencor, el sufrimiento...
nos atrapan, y no podemos salir de ahí. Por ello, la fe no es que las cosas se
hacen fáciles, sino posibles. Porque Jesús está sentado a tu lado para ser
fuerte en ti. Para que, donde tú no puedes, dejes a Cristo ser fuerte en ti.
Él
sí puede en ti; déjale a Él que perdone en ti, tú pídeselo de corazón, pídele
poder dar el primer paso para acercarte a esa persona y que se dé un encuentro
en el amor.
Hoy
el reto del amor es tirar aquello que tienes en tu interior que te está
haciendo daño. Déjalo a los pies de la Cruz para que Cristo muera y resucite
por ello, y pídele que te dé su amor para dar el primer paso. Suelta en Cristo
ese rencor, resentimiento, enfado, ira, miedo, soledad, amargura. Él te ama y
te quiere libre de ese peso. Quédate con lo que te da vida.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma