Estaba
persuadido que todos eran mejor que él, pero sus hermanos lo llamaban “el
Santo”
Dominio público |
San
Félix de Cantalicio nació en Italia por el 1515. Sus padres, campesinos y muy
piadosos, lo educaron de tal forma que cuando sus amigos de juegos lo veían
venir, decían: “¡Ahí viene San Félix!”
A
los doce años se puso a trabajar en la casa de un rico propietario que lo puso
de pastor y luego como cultivador. Poco a poco fue aprendiendo a meditar y a
alcanzar un alto grado de contemplación.
"Todas
las criaturas pueden llevarnos a Dios, con tal de que sepamos mirarlas con ojos
sencillos”, dijo una vez el Santo a un religioso que le preguntó cómo hacía
para vivir en presencia de Dios en medio del trabajo y otras distracciones.
Siempre
andaba muy alegre y ante la injuria respondía diciendo: “voy a pedir a Dios que
te haga un santo”.
Cierto
día que estaba arando, su jefe se acercó a él, los animales asustados
derribaron a Félix y el arado le pasó por encima, pero el Santo se levantó
ileso. Es así que se decidió y pidió ser admitido como hermano lego en el
convento capuchino de Citta Ducale.
Siempre
pedía que le redoblaran las penitencias, mortificaciones y que se le tratase
con mayor severidad. Estaba persuadido que todos eran mejor que él, pero sus
hermanos lo llamaban “el Santo”.
Hizo
los votos solemnes hacia los treinta años. Cuatro años más tarde lo enviaron a
Roma, donde por cuarenta años salió a pedir limosna todos los días para el
sostenimiento de su comunidad. Asimismo, con permiso de sus superiores, ayudaba
a los pobres, visitaba a los enfermos y consolaba a los moribundos.
Algunas
veces San Félix, mientras ayudaba en Misa, quedaba en éxtasis a la vista de
todos. Al final de su vida, el Cardenal protector de la orden aconsejó a los
superiores que relevasen de su cargo a San Félix por su avanzada edad, pero el
Santo les rogó que lo dejasen seguir pidiendo limosna diciendo que el alma se
marchita cuando el cuerpo no trabaja.
Gozó
de la estima de San Felipe Neri y San Carlos Borromeo. Partió a la Casa del
Padre el 18 de mayo de 1587, después de haber tenido una visión de la Santísima
Virgen que venía rodeada de ángeles.
Fuente: ACI