Día 18: La solución para todo
Dominio público |
Una
mezcla de dolor y de vergüenza le llena la cara de lágrimas y la boca de gritos
desesperados, invocando la ayuda de su madre -madre que en estos momentos se
encontraba a bastantes kilómetros-: ¡mamá, mamá!
Era
absurdo -no podría escucharle-, pero también natural -de pequeño, la madre es
la solución para todo.
Madre mía, ojalá no deje nunca de ser pequeño en esto. ¿Por qué tantas veces me
empeño en levantarme yo solo, en luchar yo solo, en sufrir yo solo? Que en
todas las circunstancias te llame.
Además,
a nosotros nunca nos separan los kilómetros... ¡Te llamaré! y perdona si sólo
lo hago cuando te necesito, pero... ya sabes: los humanos siempre somos un poco
egoístas con vosotras las madres. ¡No me sueltes de tu mano!
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.
Después
termina con la oración final.
Fuente: Web de Javier