¿Quién era la madre de Juan Pablo II? ¿Qué influencia tuvo en
su vida? Conoce por qué la Iglesia inició el proceso de beatificación de Emilia
y Karol Wojtyłowa, padres del Papa polaco
EAST NEWS |
Durante varios años Milena Kindziuk estuvo
investigando sobre la familia del Papa. En el transcurso de su trabajo, llegó a
muchas historias extraordinarias que muestran el nuevo rostro de los padres de
Juan Pablo II.
En el otoño
de 1919, se descubrió que Emilia estaba esperando un hijo. Se suponía que
Edmund, de 13 años, por fin iba a tener hermano.
“En mi
familia se decía que la Sra. Wojtyłowa estaba muy contenta por ello. Sobre
todo, porque antes le preocupaba que tras la muerte de su hija no pudiera tener
más hijos”, respondió Maria Zadora.
Cuando
Wojtyłowa estaba en el segundo mes de embarazo, conoció el diagnóstico de un
médico, un conocido ginecólogo y obstetra de Wadowice, el Dr. Jan Moskała, de
que su embarazo era de alto riesgo y que
no había posibilidad de que lo llevara hasta final, ni de que tuviera
un bebé vivo y sano.
Para ella
misma, el pronóstico también iba a ser trágico: iba a sacrificar su vida por el
parto. Si el bebé sobrevivía, ella iba a morir. Así que, para salvarse, Emilia
debería abortar”, -dijo el Dr. Moskała. El doctor ni siquiera quería llevar
este embarazo, insistió mucho en el aborto.
Milena
Kindziuk, buscando testigos de este episodio, llegó al sacerdote Jakub Gil,
quien compartió con ella recuerdos muy importantes:
Cuando hacía las visitas en casas en 1998, una habitante de Wadowice de ochenta
y seis años me dijo que la Sra. Wojtyłowa estaba con angustia cuando se enteró
de que su embarazo estaba en peligro y cuando el médico le ofreció interrumpir
la vida de su hijo concebido. Esta señora también subrayó que fue su profunda fe la que no permitió a Emilia
decidir sobre el aborto.
El embarazo de alto riesgo
de Emilia Wojtyla
Karol fue el primero en saberlo todo el
mismo día. Así que ahora los Wojtyla tenían que vivir un verdadero drama. Sin
embargo, la situación requería una decisión rápida.
Los Wojtyla
lo supieron casi inmediatamente: a pesar
de todo, su hijo concebido iba a nacer.
Así que
empezaron a buscar otro médico. Y como el doctor de todas las ciencias médicas
Samuel Taub era ampliamente reconocido, acudieron a él para que les ayudara a
salvar la vida de la madre y del niño.
El doctor
judío Taub tenía muy buena reputación. Era muy popular y querido por la
comunidad judía por sus conocimientos, habilidades y trabajo de caridad.
Se le
consideraba un gran profesional (y no había muchos en la ciudad), era capaz de
curar a los enfermos o salvar vidas, a veces en
situaciones desesperadas, cuando otros médicos ya eran impotentes y no
realizaban más tratamientos.
Sra. Wojtylowa: Prefiero
morir que deshacerme de mi hijo
Era de esperar que la familia Wojtyla no
quisiera aceptar un aborto, es decir la muerte de su hijo. Pero la decisión de
dar a luz a un niño, incluso a costa de la vida de Emilia, fue una forma de
heroísmo.
Emilia Wojtyłowa tuvo que ser muy consciente de su
papel de madre, extremadamente madura, porque sólo una persona así puede
decir: prefiero morir que deshacerme de mi propio hijo”, explica la psicóloga
Maria Król Fijewska.
Según ella,
está claro que Emilia debía estar interiormente
preparada para este sacrificio y que lo hizo por el niño que llevaba.
Aunque
subconscientemente también tenía que temer que estos pudieran ser los últimos
meses de su vida, especialmente porque llevaba mal este embarazo y tenía que
pasar la mayor parte del tiempo en la cama. Tenía incluso menos fuerza de lo
habitual. Sólo que tal vez su motivación era más fuerte.
“Se puede ver
que Emilia debió ser una mujer increíblemente fuerte, muy centrada en lograr su
objetivo. Lo que sin duda le ayudó era su
fuerte creencia de que era Dios quien guiaba su vida”.
“Los valores
firmemente establecidos son la mejor motivación para lograr objetivos, incluso
los muy arriesgados”, explica la psicóloga Ewa Osóbka Zielińska.
Emilia daba a luz, Karol
cantaba las letanías de Loreto
Era el 18 de mayo de 1920. Ese día en
Wadowice hacía un calor excepcional para esta época del año. La temperatura
alcanzó los treinta grados. Emilia estaba acostada en su apartamento en
Koscielna, en la sala de estar. El momento del nacimiento se acercaba.
“Quienes
conocían Wojtyłowa esperaban que ocurriera lo peor entonces, que sucediera un drama, se sabía que el embarazo
era difícil y que Wojtyłowa estaba débil y enferma”, dice Michał
Siwiec Cielebon.
Esa mañana,
Karol debía traer una comadrona. El nacimiento, según la tradición de aquellos
tiempos, tuvo lugar en casa en presencia de una comadrona.
Karol no
estuvo presente en el parto. En estos tiempos no era costumbre que un hombre
participara en el nacimiento. Así que cuando trajo una matrona, él y Edmund
salieron de la casa.
A las
diecisiete, ambos participaron en la misa de mayo en la iglesia parroquial,
cantando las letanías de Loreto.
Emilia, que
estaba dando a luz, escuchó las letanías cantadas desde su casa. ¿Una
coincidencia? En ese mismo momento nació el niño.
Wojtyłowa dio
a luz al niño escuchando el canto de letanías en honor a la Madre de Dios. Como si alguien de arriba estuviera ayudando en
este nacimiento.
El segundo
hijo de Emilia y Karol Wojtyła nació alrededor de las cinco de la tarde. Era un
niño excepcionalmente grande, fuerte y sano que lloraba
mucho, como si quisiera gritar más fuerte que la gente cantando las letanías en
una iglesia.
Cuando la
comadrona puso al recién nacido sobre el pecho de su madre, vio que las
lágrimas corrían por la cara de Emilia y una sonrisa se dibujaba en su rostro.
La madre
mostró emoción, pero también alegría y felicidad por el hecho de que ocurriera
un milagro. Porque tanto el niño como ella estaban vivos.
Además, en
lugar del esperado niño enfermo y débil, dio a luz a un niño sano y fuerte. Lo
imposible fue posible.
REDAKCJA
Fuente: Aleteia