Cuando estaba moribunda, oyó que sus religiosas lloraban y les dijo emocionada: "Si en verdad me aman, alégrense de que voy al Padre Dios a recibir su herencia eterna
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A los 9 años obtuvo que sus padres (que eran de una de las principales familias de la ciudad) la dejaran irse a vivir a un convento de religiosas. Allí su seriedad y su comportamiento tan inteligente le atrajeron de tal manera la confianza de las superioras que cuando apenas tenía catorce años la encargaron ya de la portería del convento y de recibir las visitas.
Cuando
ella tenía 15 años, la superiora de aquella comunidad fue trasladada a fundar
un convento en otra ciudad, y pidió que le dejaran llevar como principal
colaboradora a Inés, porque era una joven de una extraordinaria responsabilidad
en todo lo que hacía.
Y
sucedió por aquellos tiempos que las gentes de Montepulciano dispusieron crear
unas casas para religiosas. Pidieron que les fuera enviada como superiora del
nuevo convento la joven Inés, cuya santidad ya era notoria en todos los
alrededores. Ella siendo tan joven, aceptó el cargo porque confiaba en que Dios
le iba a ayudar de maneras sorprendentes. Y así sucedió.
Estaba
Inés pensando a qué comunidad religiosa debía ella confiar a las monjitas de su
nuevo convento, cuando una noche en una visión se le aparecieron en el mar
muchas barcas con distintos patronos, invitándola a navegar en ellas. Pero una
barca tenía por piloto a Santo Domingo de Guzmán y este santo le decía:
"Es voluntad de Dios que tú viajes en la barca de la Comunidad
Dominicana". Desde entonces se propuso afiliar a sus religiosas a la
Comunidad de padres Dominicos. Y así ella llegará a ser una de las glorias de
esta comunidad, y lo mismo lo será su gran devota, Santa Catalina de Siena.
Desde
muy joven ayunaba casi todos los días y dormía en el duro suelo y tenía por
almohada una piedra. Después la salud se le resintió y por orden del médico
tuvo que suavizar esas mortificaciones. San Raimundo cuenta que Dios le
permitía visiones celestiales, que un día logró ver cómo era Jesús cuando era
Niño. Otra vez estando la despensa del convento desprovista y no habiendo
alimentos para las monjas, ella rezó con fe y la despensa apareció llena de
comestibles. La veían levantada por los aires mientras le llegaban los éxtasis
de la oración. Un ángel se le apareció ofreciéndole un cáliz de amargura y le
dijo: "Como Jesús, en esta tierra tendrás que beber el cáliz de la
amargura, pero para la eternidad te espera la corona de gloria que nunca se
marchita".
Santa
Catalina de Siena que fue a Montepulciano a visitar el cadáver de Santa Inés,
el cual después de 30 años, todavía se encontraba incorrupto, profesaba una
gran veneración a esta santa y en una carta que escribió a las religiosas de
esa comunidad les dice: "Les recomiendo que sigan las enseñanzas de la
hermana Inés y traten de imitar su santa vida, porque dio verdaderos ejemplos
de caridad y humildad. Ella tenía en su corazón un gran fuego de caridad,
regalado por el mismo Dios, y este fuego le producía un inmenso deseo de salvar
almas y de santificarse por conseguir la salvación de muchos. Y después de la
caridad lo que más admiraba en ella era su profunda humildad. Siempre oraba y
se esforzaba por conservar y aumentar estas dos virtudes.
Y
lo que le ayudaba mucho a crecer en santidad era que se había despojado de todo
deseo de poseer bienes materiales o de darle gusto a sus inclinaciones
sensuales, y el dominar continuamente su amor propio. Su corazón estaba
totalmente lleno de amor a Cristo Crucificado, y este amor echaba fuera los
amores mundanos y los apegos indebidos a lo que es terrenal. Ella ofrecía en
sacrificio a Dios su propia sensualidad. Para esta buena religiosa el mejor
tesoro era Cristo crucificado, en quien meditaba siempre y a quien tanto
amaba". Hermoso relato redactado por una gran santa, acerca de otra santa
también muy admirable.
San Raimundo cuenta que muchos testigos le declararon haber presenciado hechos milagrosos en la vida de Santa Inés.
Cuando
estaba moribunda, oyó que sus religiosas lloraban y les dijo emocionada:
"Si en verdad me aman, alégrense de que voy al Padre Dios a recibir su
herencia eterna. No se afanen que desde la eternidad las encomendaré
siempre".
Murió
en el mes de abril del año 1317 a la edad de 49 años, y en su sepulcro se han
obrado muchos milagros.
Fuente: ACI