Diana María Toro Vélez, una madre de familia católica que estuvo
secuestrada durante 453 días en Colombia, compartió un emotivo mensaje en el
que alentó a rezar el Rosario y confiar en Dios ante la actual epidemia de
coronavirus COVID19
Grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) |
Diana María fue secuestrada en la localidad de Amagá, en el
suroeste el departamento de Antioquia, a una hora de la ciudad de Medellín. Los
captores fueron delincuentes comunes que luego la entregaron al grupo
guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN).
“Salía de Misa un jueves, iba para la casa en auto y al llegar me
asaltaron. Hicieron unas preguntas y me llevaron. Ellos me vendieron a la
guerrilla”, dijo Toro Vélez a ACI Prensa.
Diana María dijo que durante el tiempo que duró su secuestro, a
veces la obligaban a caminar mucho, en una ocasión hasta 15 días seguidos.
“Me aferré de Dios. Lloraba y oraba mucho. Estaba muy pegadita de
Dios. Les enseñé a los secuestradores a leer y a escribir. Orábamos. Había
cierta convivencia y de las cosas malas también salieron las cosas buenas”,
indicó.
Esta madre de familia destacó además que siempre ha sido “muy
devota de la Virgen de Guadalupe. Cuando estuve secuestrada hice un rosario y
lo rezaba todos los días, pidiéndole mucho a la Virgen, que me permitiera
volver con mis hijos. Y Dios me escuchó porque mi liberación fue el 24 de
diciembre de 2019”.
Le pedí mucho a Dios que yo
pudiera llevar mi testimonio a muchos. Dios no nos deja solos, menos ahora. Es
tiempo de cambio y recapacitar, de conversión”, concluyó Diana María en su
diálogo con ACI Prensa.
A continuación, la
transcripción completa del mensaje de aliento ante el coronavirus, compartido
por Diana María Toro Vélez.
"Un saludo en el Señor
Jesús de Nazaret.
Me llamo Diana y quiero
compartir con ustedes una experiencia de vida que nunca creí que me fuera a
suceder, pero con la ayuda de Dios y de la Santísima Virgen María, salí
victoriosa para la gloria de Él.
Fui secuestrada por un grupo
guerrillero 453 días. Separada de mis tres hijos: uno de 3 años, otro de 4 y
una niña de 14 años. Separada de mi esposo, de mis padres, de mis hermanos, de
mis familiares, parientes y amigos.
Fueron 453 días de angustia, de
dolor, de tristeza, de desesperación. 453 días de vivir en plena selva,
durmiendo bajo una carpa, sobre palos, en medio de serpientes, alacranes,
zancudos y muchos más animales.
Comiendo loro, pasta, plátano
cocinado y en ocasiones arroz solo, bañándome día por medio y cambiándome de
ropa cada 8 días porque solo tenía 2 sudaderas y 2 buzos ya que hacía poco sol
allí para secar la ropa.
Fueron días muy duros sin saber
absolutamente nada de mi familia, solo
con la certeza de que Dios estaba conmigo llenándome de su
fuerza y fortaleza a diario y creyendo firmemente que sí yo amanecía bien, mi
familia también lo iba a estar.
Y Dios me sacó de aquella
situación tan difícil. Vi que su gloria y su misericordia son inmensas.
Hoy quiero decirles a aquellas
personas que en estos momentos se sienten solos o desesperados por la situación
que en Colombia y en el mundo entero estamos viviendo, que Dios está con nosotros, que Él nunca nos ha
dejado solos, ahora menos.
Somos privilegiados por Él,
miremos a nuestro alrededor: tenemos una casa, una cama donde dormir cómodos,
la despensa llena de comida, estamos con nuestra familia y si alguno no está a
nuestro lado al menos tenemos la posibilidad de comunicarnos con ellos y saber
que están bien.
Dejemos de mirar por un momento
hacia adelante y miramos hacia atrás. ¡Cuántas personas en este momento están
luchando contra una enfermedad! ¡Cuántas personas no tienen que comer! ¡Cuántas
personas mueren solas sin nadie a su lado! ¡Cuántas personas no tienen un techo
donde dormir esta noche!
Los invito a que valoremos todo
lo que tenemos a nuestro alrededor, valoremos a nuestros seres queridos,
hagámosles saber cuánto los queremos, cuán importante son para nosotros.
Recemos el Rosario, oremos en
familia. El poder de la oración es inmenso.
Disfrutemos al máximo de cada
momento con nuestros seres queridos, como si fueran el último. Yo con la ayuda
de Dios fui capaz de sobrellevar 453 días lejos de toda mi familia. Les aseguro
que, también juntos y con la ayuda de Dios, saldremos victoriosos de esta
situación.
Recuerden, después de la
tormenta, no importa su intensidad, las aguas recobran su calma y tranquilidad.
Termino con esta cita bíblica
del salmo 46 que me ayudó mucho en mi cautiverio y siempre lo tengo
presente. Dios es
nuestro refugio y nuestra fuerza, nuestra ayuda en momentos de angustia.
Dios nos bendiga a todos".
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA
Fuente: ACI