El
valor del significado
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día estábamos haciendo un trabajo conjunto entre Joane, Israel y yo. Me
encargaba de la última parte... y me salió desastrosamente mal.
Lo
cierto es que me llevé un disgusto enorme. El trabajo de las demás, el material
perdido... No me sentía capaz de repetirlo ni arreglarlo... pero quise
continuar como si nada sucediera. Sin embargo, ellas notaron que algo me
pasaba.
Nos
pusimos a hablar de lo sucedido, y me impresionó un montón cómo me acogieron
cuando les pedí perdón, cómo me animaron a continuar... Es más, hasta dedicaron
tiempo para explicarme detalles de la máquina que no entendía y que eran la
causa del fallo. Lo que parecía un desastre, acabó resultando una bendición
para mí.
Amar
a alguien en sus cualidades es muy fácil. Pero ese no es el amor verdadero. El
amor no es solo el que ve lo mejor de la otra persona. Ni siquiera es el que
saca lo mejor de la otra persona. El verdadero amor es el que ve lo peor... y
permanece.
Todos
necesitamos un amor así. Un amor que no haya que conquistar, que no haya que
impresionar, que conozca nuestro peor lado... y se quede con nosotros. ¡Y este
es el amor que nos ofrece Jesucristo! Porque, ¿sabes cómo se llama ese amor que
abraza lo más pobre de ti?
Misericordia.
¡La
Biblia usa sin cesar esta palabra! “Es eterna su misericordia”... dice
continuamente. Admito que a mí me sonaba a “perdón”, “compasión”... que es
bello, sí, pero me parecía un nivel diferente a “amor”. ¡Y muchas veces he
deseado que la hubieran traducido como “amor”!
Sin
embargo, el otro día escuché esa definición de misericordia que me llegó al
corazón: “Es el amor de Cristo a lo más pobre de ti”. Ahora me encanta esa palabra,
pues sé que, en realidad, es el nombre más dulce que tiene el amor.
Hoy
el reto del amor es tener misericordia ante el miedo, nerviosismo o inquietud
de los demás. Esta situación de confinamiento nos afecta a cada uno de forma
diferente, hace palpable nuestra pobreza... Hoy no quieras cambiar a los de tu
alrededor: con Cristo, acógelos como están, ámalos.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma