Un
abrir y cerrar de... puertas
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Todo
esto del confinamiento por el virus me está haciendo pensar mucho. Porque,
aunque haya que estar cerrados en casa, en realidad lo hacemos no porque
queramos cerrarle la puerta a nadie, sino que lo hacemos responsablemente,
porque queremos cerrarle la puerta al virus, queremos que el virus no entre en
nuestro hogar.
Y
es que, en realidad, en el día a día, cuántas veces necesitamos también saber
cerrar puertas a tiempo...
Esto
suele ser muy evidente en un matrimonio o en una vocación consagrada o
sacerdotal, en la que es necesario cerrar la puerta a entregar tu corazón a
otra persona que no sea tu mujer o marido, o, en nuestro caso, a Cristo. Pero
la decisión de tener que cerrar puertas es bueno también para cosas más
cotidianas, es una opción diaria: cerrar la puerta al juicio, al resentimiento,
al mal humor...
Y,
sin embargo, hay puertas en nuestro corazón que ni un encerramiento tendría que
poder cerrarlas. Como, por ejemplo, la puerta del amor, por la cual cada día
podemos optar por vivir desde ese prisma, la puerta de la oración, la puerta
del servicio, la de la alegría...
Tal
y como estamos viviendo ahora, tener la puerta abierta o cerrada es una
decisión personal y responsable, y la vida del hogar en parte puede depender de
ello. Del mismo modo, nuestras decisiones influyen directamente no solo en
nosotros, sino en las personas que más amamos.
A
mí me gustaría que mis decisiones fueran eternas, sin embargo, cada día siento
mi limitación y me vuelvo a ver pequeña, y necesitada de volver a optar. Y es
que Cristo nos quiere libres, Él no hace esclavos, sino que, por nuestra
respuesta libre a Su Amor, va obrando en nosotros hasta hacer de nuestro
corazón uno como el Suyo: libre, manso, grande y lleno de Su Amor para los
demás.
Hoy
el reto del amor es decidir qué puerta has de cerrar y cuál deseas mantener
abierta. Abre tu corazón al Señor y pídele que te ilumine, Él sabe bien cuáles
son esas puertas y en Él está la fuerza que necesitas para realizarlo. Con
Cristo encontrarás la respuesta que te hará feliz.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma