La
historia del Regina Coeli y su relación con la Salus Populi Romani
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Andreas F. Borchert | CC BY-SA 4.0 |
La
Iglesia nos ofrece cuatro oraciones a la santa Virgen María, rezadas al final
de cada oración de la tarde por los católicos en donde se encuentren; cuál se
use depende del periodo del año.
Del
Adviento a la Candelaria rezamos el Alma Redemptoris Mater, durante el periodo
pascual el Regina Coeli, de Pentecostés al final del Tiempo Ordinario el Salve
Regina, mientras que en Cuaresma el Ave Regina Caelorum.
Hemos
apenas empezado con el Regina Coeli, y este año no podría ser más apropiado.
Según la leyenda, esta oración se remonta al siglo VI con el Papa Gregorio
Magno. Una grave forma de peste devastó Roma, cobrándose también la vida del
papa Pelagio II.Fue una época difícil para los habitantes de la ciudad, y
cuando Gregorio I fue elegido para guiar a la Iglesia invocó inmediatamente la
misericordia de Dios.
Papa
Gregorio (que enseguida sería conocido como papa san Gregorio Magno) guió una
procesión desde la Basílica de San Pedro al Mausoleo de Adriano pidiendo el fin
de la peste, e invitando a rezar a Dios para que terminara esa peste.
La
Leyenda Dorada narra cómo la procesión fue guiada por una antigua imagen de la
Virgen María, que limpiaba el aire de la enfermedad. Se cree que esta imagen de
la Virgen es de hecho la que el papa Francisco usó durante las liturgias de la
Semana Santa, la Salus Populi Romani, atribuida a san Lucas.
“La
peste estaba aún devastando Roma, y Gregorio ordenó que la procesión continuara
por toda la ciudad, con los participantes que cantaban letanías. Una imagen de
la santa siempre Virgen María fue llevada en procesión…
Y
mira qué casualidad, la suciedad venenosa del aire cedió frente a la
imagen como si se alejara de ella y no pudiera soportar su presencia. El paso
de la imagen causó una maravillosa serenidad y pureza en el aire.
Se
dice que alrededor de la imagen se oían voces angelicales que cantaban
Regina
coeli laetare, alleluia,
Quia quem meruisti portare, alleluia,
Resurrexit sicut dixit, alleluia!”,
Quia quem meruisti portare, alleluia,
Resurrexit sicut dixit, alleluia!”,
a
lo que el Papa Gregorio añadió enseguida Ora pro nobis, Deum rogamus,
alleluia!
Mientras
la procesión continuaba su camino, San Gregorio llegó al mausoleo del emperador
y vio una señal que traía paz al alma.
“Luego
el Papa vio un ángel del Señor de pie sobre el castillo de Crescencio, mientras
limpiaba una espada ensangrentada y la envainaba. Gregorio entendió que eso
daba fin a la peste, y eso sucedió realmente”.
Finalmente,
se colocó una estatua de San Miguel Arcángel envainando su espada en la parte
superior del mausoleo, e inspirados por este evento, los fieles se refirieron
desde entonces al mausoleo con un nombre diferente, Castel Sant’Angelo,
mientras que el puente cercano se hizo conocido como Ponte Sant’Angelo.
Ese
día, la Iglesia de Roma recibió dos dones: la enfermedad fue vencida y fue instituida
una nueva oración para ayudar a los fieles a recordar la alegría incluso en
épocas de gran sufrimiento.
El
Regina Coeli es una manera rápida de tomar un poco de Cielo y tener una alegría
pascual viva, sobre todo en la época difícil que estamos viviendo:
Alégrate, Reina del cielo.
Aleluya.
Porque el que mereciste
llevar en tu seno. Aleluya.
Ha resucitado, según
predijo. Aleluya.
Ruega por nosotros a Dios.
Aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen
María. Aleluya.
Porque ha resucitado Dios
verdaderamente. Aleluya.
Oremos: Oh Dios que por la
Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría
al mundo, concédenos por su Madre, la Virgen María, alcanzar el gozo de la vida
eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
En
latín:
Regina
cæli, lætare, alleluia:
Quia quem meruisti portare, alleluia,
Resurrexit, sicut dixit, alleluia,
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Gaude et lætare, Virgo Maria, alleluia.
Quia surrexit Dominus vere, alleluia.
Oremus: Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri Iesu Christi,
mundum lætificare dignatus es:
præsta, quæsumus, ut per eius Genitricem Virginem Mariam,
perpetuæ capiamus gaudia vitæ.
Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.
Quia quem meruisti portare, alleluia,
Resurrexit, sicut dixit, alleluia,
Ora pro nobis Deum, alleluia.
Gaude et lætare, Virgo Maria, alleluia.
Quia surrexit Dominus vere, alleluia.
Oremus: Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri Iesu Christi,
mundum lætificare dignatus es:
præsta, quæsumus, ut per eius Genitricem Virginem Mariam,
perpetuæ capiamus gaudia vitæ.
Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.
Kathleen
Hattrup
Fuente:
Aleteia