En la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa
Santa Marta, este Lunes Santo, el Papa Francisco pidió en la intención de la
Eucaristía por el problema de la superpoblación en las cárceles
Este 6 de abril, en la Misa en Santa Marta, el Santo
Padre volvió a dirigir su pensamiento a los encarcelados y al grave problema
del hacinamiento en las instituciones penitenciarias, rezando para que los
responsables encuentren soluciones. En su homilía, habló de los pobres,
víctimas de la injusticia de las políticas económicas mundiales, y recordó: que
al final de nuestras vidas seremos juzgados por nuestra relación con los
pobres.
En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo
– en la Capilla de la Casa Santa Marta, este Lunes Santo, el Papa Francisco
pidió en la intención de la Eucaristía por el problema de la superpoblación en
las cárceles:
“Pienso en un grave problema que existe en muchas
partes del mundo. Me gustaría que hoy rezáramos por el problema de la
superpoblación en las cárceles. Donde hay hacinamiento – tanta gente allí –
existe el peligro, en esta pandemia, de que termine en una grave calamidad.
Oremos por los responsables, por los que tienen que tomar las decisiones en esto,
para que encuentren un camino justo y creativo para resolver el problema”.
En su homilía, el Papa Francisco comentando el pasaje
del Evangelio de Juan (Jn 12, 1-11) en el que María, hermana de Lázaro, ungió
con un precioso perfume los pies de Jesús, provocando la crítica de Judas: ese
perfume – dice el que iba a traicionar al Señor – podría venderse y lo recabado
podía ser entregado a los pobres.
El evangelista señala que dijo esto no porque se
preocupaba por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía la bolsa
común, cogía lo que ponían en él. Jesús le respondió: "Déjala hacer,
porque ella tenía reservado ese perfume para el día de mi sepultura. Porque
siempre tienen a los pobres con ustedes, pero no siempre me tienen a mí.
El Papa habla de los pobres: son muchos, en su mayoría
están escondidos y no los vemos porque somos indiferentes. Muchos pobres son
víctimas de las políticas financieras y de la injusticia estructural de la
economía mundial. Muchos pobres se avergüenzan de no tener medios y acuden a
Cáritas en secreto. Los pobres – recuerda el Papa – los encontraremos en el
juicio final: Jesús se identifica en ellos. Seremos juzgados por nuestra
relación con los pobres.
A continuación el texto de la homilía según nuestra
transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video
integral) desde nuestro canal de Youtube:
Este pasaje termina con una observación: “Los jefes de
los sacerdotes decidieron entonces matar a Lázaro también, porque muchos judíos
se alejaban de ellos por él y creyeron en Jesús”. El otro día vimos los pasos
de la tentación: la seducción inicial, la ilusión, luego crece – paso dos – y
paso tres, crece y se contagia y se justifica. Pero hay otro paso: sigue
adelante, no se detiene. Para éstos no fue suficiente con matar a Jesús, sino
también a Lázaro, porque era un testigo de la vida.
Pero hoy me gustaría detenerme en una palabra de
Jesús. Seis días antes de Pascua – estamos justo en la puerta de la Pasión –
María hace este gesto de contemplación: Marta servía – como en el otro pasaje –
y María abre la puerta a la contemplación. Y Judas piensa en el dinero y piensa
en los pobres, pero no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un
ladrón y, como guardaba la caja de dinero, cogía lo que ponían en ella.
Esta historia del administrador infiel es siempre
actual, siempre la hay, incluso a un alto nivel: pensemos en algunas
organizaciones caritativas o humanitarias que tienen tantos empleados, tantos,
que tienen una estructura muy rica en personas y al final el cuarenta por
ciento llega a los pobres, porque el sesenta es para pagar el sueldo a tanta
gente. Es una forma de quitarles el dinero a los pobres. Pero la respuesta es
Jesús. Y aquí quiero parar: "Los pobres siempre están con ustedes".
Es una verdad: "Los pobres siempre están con ustedes". Los pobres
están ahí. Son muchos: están los pobres que vemos, pero ésta es la parte más
pequeña; la gran cantidad de pobres son los que no vemos: los pobres ocultos. Y
no los vemos porque entramos en esta cultura de indiferencia que es
negacionista y negamos: "No, no, no son muchos, no se ven; sí, es
así...", siempre disminuyendo la realidad de los pobres. Pero hay muchos,
muchos.
O incluso, si no entramos en esta cultura de la
indiferencia, existe la costumbre de ver a los pobres como adornos de una
ciudad: sí, están ahí, como estatuas; sí, están ahí, se pueden ver; sí, esa
viejecita mendigando, esa otra... Pero como si fuera algo normal. Es parte de
la ornamentación de la ciudad tener gente pobre. Pero la gran mayoría son las
víctimas pobres de las políticas económicas, de las políticas financieras.
Algunas estadísticas recientes lo resumen así: hay
tanto dinero en manos de unos pocos y tanta pobreza en muchos, en muchos. Y esta
es la pobreza de tantas personas que son víctimas de la injusticia estructural
de la economía mundial. Y [hay] tantos pobres que se avergüenzan de mostrar que
no llegan a fin de mes; tantos pobres de la clase media, que van en secreto a
Cáritas y piden en secreto y sienten vergüenza. Los pobres son mucho más que
los ricos; mucho, mucho... Y lo que dice Jesús es cierto: "Porque los
pobres están siempre con ustedes". ¿Pero yo los veo? ¿Soy consciente de
esta realidad? Especialmente la realidad oculta, los que se avergüenzan de
decir que no llegan a fin de mes.
Recuerdo que en Buenos Aires me habían dicho que en el
edificio de una fábrica abandonada, vacía durante años, estaba habitado por
unas quince familias que habían llegado en esos últimos meses. Fui allí. Eran
familias con niños y cada uno había tomado una parte de la fábrica abandonada
para vivir. Y, mirándolos, vi que cada familia tenía buenos muebles, muebles de
clase media, tenían televisión, pero iban allí porque no podían pagar el
alquiler. Los nuevos pobres que tienen que dejar la casa porque no pueden
pagarla, van allí. Es esa injusticia de la organización económica o financiera
la que los lleva allí. Y hay tantos, tantos, que nos encontraremos con ellos en
el juicio.
La primera pregunta que nos hará Jesús es: "¿Cómo
te va con los pobres? ¿Los has alimentado? Cuando estaba en prisión, ¿los has
visitado? En el hospital, ¿lo viste? ¿Ayudó a la viuda, al huérfano? Porque yo
estaba allí". Y por eso seremos juzgados. No seremos juzgados por el lujo
o los viajes que hagamos o la importancia social que tengamos. Seremos juzgados
por nuestra relación con los pobres. Pero si yo, hoy, ignoro a los pobres, los
dejo de lado, creo que no están ahí, el Señor me ignorará el día del Juicio.
Cuando Jesús dice: "Tienen a los pobres siempre con ustedes", quiere
decir: "Siempre estaré contigo en los pobres". Estaré presente
allí". Y esto no es ser comunista, es el centro del Evangelio: seremos
juzgados por esto.
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la
adoración y la bendición Eucarística. Antes de salir de la Capilla dedicada al
Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina
Caelorum ("Ave Reina del Cielo").
Vatican News