“Necesitamos cambiar
nuestros hábitos pastorales para responder a la presencia de tantas personas
mayores en las familias y comunidades”
Audiencia del Santo Padre a los participantes en el Congreso internacional titulado
“la riqueza de los ancianos” (Vatican Media)
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Al recibir a los participantes en el primer Congreso
internacional de pastoral de los ancianos, el Papa Francisco les dijo que no
tengan miedo ni se desanimen a la hora de tomar iniciativas que ayuden a sus
Obispos y a sus Diócesis a promover el servicio pastoral con los ancianos. Y
les aseguró que el Departamento para los Laicos, la Familia y la Vida
continuará acompañándolos en este trabajo, al igual que él mismo, con su
oración y bendición
Al final de la mañana, en la Sala Regia del Palacio
Apostólico, el Santo Padre Francisco recibió a los casi seiscientos participantes
en el Congreso internacional titulado “la riqueza de los ancianos”. En su discurso a estos queridos hermanos y hermanas,
Francisco les dio su calurosa bienvenida, destacando que se trata del primer
Congreso internacional sobre la Pastoral de los ancianos, titulado "La
riqueza de los años", organizado por el Departamento para los Laicos, la
Familia y la Vida. El Pontífice destacó:
La "riqueza de los años" es la riqueza de la
gente, de cada persona que tiene muchos años de vida, experiencia e historia a
sus espaldas. Es el precioso tesoro que toma forma en el camino de la vida de
cada hombre y mujer, independientemente de sus orígenes, procedencia y
condiciones económicas o sociales.
“Porque la vida es un regalo, y cuando es larga es un
privilegio, para uno mismo y para los demás. Siempre, siempre es así”
La riqueza de
los años
Después de recordar que en el siglo XXI, “la vejez se ha
convertido en una de las características de la humanidad”, el Santo Padre
destacó que en unas pocas décadas, “la pirámide demográfica – que una vez
descansaba sobre un gran número de niños y jóvenes y tenía unos pocos ancianos
en su cima – se ha invertido”. Y en este sentido, afirmó que “la enorme
presencia de los ancianos es una novedad para todos los entornos sociales y
geográficos del mundo”. Y que “la vejez corresponde hoy a diferentes estaciones
de la vida”, puesto que “para muchos es la edad en la que cesa el compromiso
productivo, las fuerzas disminuyen y aparecen signos de enfermedad, necesidad
de ayuda y aislamiento social; pero para muchos es el comienzo de un largo
período de bienestar psicofísico y de liberación de las obligaciones laborales”.
¿Qué sentido dar a esta
fase de la vida?
Por esta razón se preguntó, en ambas
situaciones, “¿cómo vivir estos años?”; ¿qué sentido se le puede dar a
esta fase de la vida, que para muchos puede ser larga? De ahí que el Papa se
haya referido a la desorientación social y a la indiferencia y el rechazo que
nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, lo que ciertamente
llama, no sólo a la Iglesia, sino a todos a una reflexión seria “para aprender
a captar y apreciar el valor de la vejez”.
“En efecto, mientras que, por un lado, los
Estados deben hacer frente a la nueva situación demográfica en el plano
económico, por otro, la sociedad civil necesita valores y significados para la
tercera y la cuarta edad. Y aquí, sobre todo, está la contribución de la
comunidad eclesial”
Por
esta razón Francisco les dijo que acogió con interés la iniciativa de este
congreso, que centró su atención en la pastoral para los ancianos e dio inicio
una reflexión sobre las implicaciones que se derivan de una presencia
sustancial de abuelos en nuestras parroquias y sociedades. De ahí que les haya
pedido que esto no se quede en una iniciativa aislada, sino que marque el
inicio de un camino de profundización y discernimiento pastoral.
“Necesitamos cambiar
nuestros hábitos pastorales para responder a la presencia de tantas personas
mayores en las familias y comunidades”
La longevidad es una
bendición
Después de recordar que en la Biblia, la
longevidad es una bendición y que ella nos enfrenta a nuestra fragilidad, con
la dependencia mutua, a nuestros lazos familiares y comunitarios y, sobre todo,
con nuestra filiación divina, el Santo Padre les dijo que “consciente” del
“papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde
las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una
relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Y añadió que
esta participación intergeneracional “nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia
los ancianos, para aprender a mirar el futuro junto con ellos”.
Cuando
pensamos en los ancianos y hablamos de ellos, sobre todo en la dimensión
pastoral, debemos aprender a modificar un poco los tiempos de los verbos. No
está sólo el pasado, como si para los ancianos existiera sólo una vida detrás
de ellos y un archivo enmohecido. No. El Señor puede y quiere escribir con
ellos también nuevas páginas, páginas de santidad, de servicio, de oración...
“Hoy quisiera decirles que también los
ancianos son el presente y el mañana de la Iglesia. Sí, son también el futuro
de una Iglesia que, junto a los jóvenes, ¡profetiza y sueña! Por esto es tan
importante que los ancianos y los jóvenes hablen entre ellos, es muy
importante”
Y
se despidió diciéndoles que no tengan miedo ni se desanimen a la hora de tomar
iniciativas que ayuden a sus Obispos y a sus Diócesis a promover el servicio
pastoral con los ancianos. A la vez que les aseguró que el Departamento para
los Laicos, la Familia y la Vida continuará acompañándolos en este trabajo, al
igual que él mismo, con su oración y bendición.
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