¡Se
derrumba!
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Antes
de entrar a comer, rezamos todas juntas en una especie de sala que da al
refectorio (comedor). Mientras estábamos rezando, bajé la mirada al suelo y,
sobre las baldosas negras, destacaban unos trozos de yeso. ¿De dónde vendrían?
Miré entonces hacia arriba y descubrí que habían caído del techo.
Las
obras sobre el piso superior, los golpes... estaban resintiendo y afectando a
los otros pisos. ¡Parecía que se iba a derrumbar!
A
veces nos ocurre lo mismo, recibimos pequeños golpes, uno tras otro:
dificultades en el trabajo, la enfermedad de un familiar... parece que todo se
junta y nos vamos resintiendo. Queremos seguir siendo o pareciendo ser
“fuertes”, pero el techo de nuestra estructura va agrietándose un poco, el yeso
parece desprenderse y empezamos a desgastarnos.
Miré
al techo y me di cuenta de que el problema no estaba en los golpes; estaba en
la estructura, que no podía aguantar tanto. Cuando cogemos las dificultades
sobre nuestros hombros, a nuestra estructura le ocurre lo mismo, y empezamos a
dejar que se filtre por las grietas la desesperanza, la tristeza, y todo se
vuelve una montaña.
Si
tu estructura está así, para, no sigas caminando. Entra en una capilla, en una
iglesia, y da la mano a Cristo. Deja que Él asiente tus cimientos, que Él te
sostenga y, sobre todo, confía en Él. No estás solo ante cada “golpe”: Cristo
está a tu lado para sostenerte, para caminar contigo.
Hoy
el reto del amor es que dejes que Cristo cimiente tu estructura. Entra en una
iglesia, o para en casa si no tienes tiempo, antes de meterte en la avalancha
del día, lo que tienes que afrontar, tu cansancio y preocupaciones de hoy. Deja
todo sobre Sus hombros y descansa en Él sabiendo que camina contigo y te va a
dar la fuerza para afrontar cada momento en tu presente. Con Cristo no te
derrumbarás, confía y deja que Él sea fuerte en ti.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma