En
“El Video del Papa” de este mes el Pontífice pide rezar por los migrantes y nos
invita a detenernos a escuchar su grito desesperado, pues a menudo son
“víctimas del tráfico y de la trata de personas”
Se
trata de un llamamiento a nivel mundial con el que el Santo Padre quiere poner
en relieve, una vez más, este enorme flagelo que azota a millones de hombres y
mujeres en el mundo: la migración. “Escuchemos el grito de las personas
migrantes - dice Francisco – que a menudo son víctimas del tráfico y de la
trata de personas”. El Papa condena la corrupción y asegura que los que están
dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de enriquecerse usan “dinero sucio” y
“manchado de sangre”. “No exagero – reitera – es dinero manchado de sangre”.
A
través de estos videos de la Red Mundial de Oración del Papa,
que se hacen públicos todos los meses, el Papa expresa su intención de oración
de cada mes y en esta edición de febrero 2020 la producción, llevada a cabo por
la agencia de comunicación para las buenas causas “La Machi”, ha contado con la
co-creación de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el
servicio del Desarrollo Humano Integral. Además, el lanzamiento se enmarca
dentro de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de
Personas, impulsada por la Red Internacional de la Vida Consagrada Talitha
Kum y que tendrá lugar este sábado 8 de febrero.
271,6 millones de personas
migraron en 2019
En
el pasado año 2019 el número de migrantes internacionales (personas que residen
en un país distinto al de su país de nacimiento) alcanzó los 271,6 millones en
todo el mundo, frente a los 258 millones de 2017. De ellos, el 47,9% fueron
mujeres y el 13,9% niños menores de edad.
Según
datos del Informe Global sobre Trata de Personas en 2018 hubo alrededor de 24
mil casos documentados de víctimas de este crimen entre 2014 y 2016 en 142
países, aunque es una cifra que podría ser mucho más superior, teniendo en cuenta
la cantidad de víctimas no son detectadas en determinados países que no cuentan
con los mecanismos adecuados para perseguir este delito.
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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