Arquitectura
medieval
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Como
bien sabes, estamos de obras. El suelo blanco casi está terminado, ¡da gusto
verlo!, y ya están rematando detalles del rodapiés negro. La cuestión es... ¿en
qué rayos estaban pensando lo que construyeron el Monasterio?
Vale
que se edificó hace 400 años, pero nuestras paredes tienen un estilo
arquitectónico propio. No es recto ni curvo, ¡sino en ondas!: aquí se abomban,
aquí se hunden...
Como
te digo, jamás me había fijado, pero, al poner el rodapiés, ¡los albañiles se
las han visto y se las han deseado! Porque, evidentemente, una baldosa no se
puede arquear...
Al
final, no les ha quedado más remedio que poner el rodapiés en recto... y
rellenar con cemento las partes en que no llega a la pared. ¡Ahora se nota
muchísimo cada curva! Y todo porque no se amoldan el uno al otro...
Algo
parecido le sucedió al Señor. Él estableció una Alianza con el pueblo de
Israel, queriendo hacer una nación santa, que fuese bendición para el resto de
naciones... pero nadie fue capaz de cumplir la Ley.
Ya
que nosotros no podíamos amoldarnos a Él, el Señor decidió abajarse, amoldarse
tanto a nosotros hasta hacerse un igual, un amigo con el que poder dialogar.
Jesucristo
renunció a todo (su gloria, su lugar en el Cielo...) por ti, por salir a tu
encuentro. Te ama tanto, que no podía soportar que hubiese algo separándote de
Él. Y, como tú no podías alcanzarle, vino a alcanzarte. Al precio que fuera.
Pagando con su propia sangre. Todo, con tal de que no haya distancia. Se amoldó
a ti con el sueño de que Le abrieses tu corazón, pues sabe que así podrá
transformarte, ¡para que tú te vayas “remodelando” en Él!
Hoy
el reto del amor es adaptarse por amor a un hermano. Cada uno tenemos nuestras
costumbres, nuestra manera de ver la realidad y de hacer las cosas; unos somos
curvos; otros, rectos... A veces parece que la solución es “echar cemento”, y
que cada uno vaya por su lado, ¡pero ese no es el estilo de Jesucristo! ¿Quién
se amoldará primero? Hoy busca no “llevar razón”, sino “llevar amor”, y las
diferencias no se volverán llamativas, ¡sino arquitectura divina! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma