Domingo IV
Presentación del Señor (Ciclo A)
MONICIÓN DE
ENTRADA
Bienvenidos hermanos, a la
celebración del Domingo.
Hoy, en este 4º domingo
del Tiempo Ordinario, todavía recogemos los ecos de la Navidad y la Epifanía y celebramos
la fiesta de la Presentación del Señor.
Cuarenta días después de
su nacimiento, Jesús es presentado en el templo para cumplir la ley y
encontrarse con el Pueblo que fielmente había esperado el cumplimiento de las
promesas que le había hecho el Señor.
Dispongamos nuestro corazón
para acoger la presencia de Jesús que realmente viene a nuestro encuentro en su
Palabra y en el don de la Eucaristía.
MONICIÓN A
LAS LECTURAS
María y José presentan a
Jesús en el Templo y de este modo cumplen la ley prescrita en la Escritura.
Jesús, como uno de nosotros, se somete a la voluntad de Padre, y Simeón y Ana,
representantes del Pueblo fiel, ven cumplir las promesas del Señor que tanto habían
anhelado.
Las lecturas que hoy vamos
a escuchar nos introducen en este misterio de Amor por el que el Hijo de Dios
viene a nuestro encuentro para colmar nuestros anhelos.
Escuchemos con fe y
verdadera devoción la Palabra que hoy se nos proclama.
ORACIÓN DE
LOS FIELES
A cada suplica
respondemos: ¡Señor, Jesús, ilumina nuestras vidas!
- Por todos los que
formamos parte de la Iglesia para que reflejemos la luz que Jesús ha irradiado
en nuestras vidas. OREMOS.
- Por nuestros gobernantes,
para que sean veraces en el ejercicio de la política, promuevan la concordia entre
nuestro pueblo y leyes justas en favor de los más pobres. OREMOS.
- Por los que caminan en
sombras de desesperación y de muerte, para que el testimonio de los discípulos
de Cristo iluminen las tinieblas que les envuelven. OREMOS.
- Por las comunidades
contemplativas, para que su amor por Jesús sea un estímulo para la fe del
pueblo cristiano. OREMOS.
- Por todos nosotros, para
que como Simeón y Ana esperemos con fidelidad el cumplimiento de las promesas
que Dios nos ha hecho en su Hijo, Jesús. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Gracias, Padre bueno,
porque por amor a
nosotros, tu pobres criaturas,
has enviado a tu Hijo
para encarnarse en el seno
de María;
Él se ha revestido de
nuestra humanidad,
y al hacerse uno de
nosotros
nos ha dado testimonio de
tu amor sin medida.
¡Gracias, Padre Dios!
Jesús, Señor y Hermano
nuestro,
ilumina nuestras vidas con
tu propia vida,
renueva nuestras personas
por tu entrega de amor
y haznos testigos tuyos
para dar esperanza a los
que desesperan.
Espíritu Santo, Espíritu
del Padre y del Hijo,
derrama tu gracia sobre
nosotros
para que la fe con la que nos
has bendecido,
se convierta en una
lámpara que ilumine
a todos aquellos con los
que compartimos la vida.
Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros,
Amén.
Gracias, Padre Dios.