En Tours, de Neustria, san Leobardo, que, recluido en la celda llamada Mayor cercana a un monasterio, brilló por su admirable abstinencia y humildad
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Sus padres le convencieron para que adoptara el estado matrimonial,
pero la muerte repentina de su padre y de su madre, suspendió la realización
efectiva del contrato. Pasado el período de duelo, Leobardo traspasó a su
hermano los compromisos contraídos y, contando con la intervención de la
Providencia para la realización de sus designios, marchó a la tumba de san
Martín.
Tuvo algunas dificultades con otro solitario de las
cercanías, y ya meditaba en trasladarse más lejos, cuando Gregorio de Tours,
quien vino a visitarle, le dijo que todos aquellos trastornos eran artimañas
del demonio. Al mismo tiempo, le dejó las vidas de los padres del desierto y
algunos libros más que trataban de la vida religiosa: «Encontraréis -le dijo-
los modelos a seguir para la dirección de vuestra conducta».
Leobardo sacó de aquellas lecturas tanto provecho, que
pasó veintidós años en su celda, llevando una vida útil para su salvación y
para la santificación de los demás, pues Dios le concedió el don de los milagros,
en favor de quienes venían a visitarlo. Sintiendo que se avecinaba su fin, hizo
venir a Gregorio de Tours y le pidió los Eulogios (bendiciones), es decir, el
santo viático.
«Ha llegado el tiempo -dijo- en que, por orden del Señor, voy a
ser separado de los lazos de este cuerpo mortal; sin embargo, todavía viviré
algunos días y el Señor me llamará antes de Pascua». «Hombre dichoso -comentó
Gregorio de Tours-, su fidelidad a Dios le permitió conocer, por divina
revelación, el momento de su muerte. Estábamos entonces en el décimo mes y, dos
meses más tarde, Leobardo tuvo una recaída». Habiendo llegado el domingo,
despidió al hermano que le servía, porque deseaba morir sin testigos. Sin duda
que los ángeles, a falta de los hombres, recogieron su último suspiro.
Los detalles que da Gregorio de Tours bastan para
indicar que el 18 de enero no fue el día en que Leobardo murió, pero algunos lo
creyeron así y situaron su muerte en el año 593, que fue cuando el 18 de enero
cayó en domingo. Con mayor probabilidad esa fecha, que fue la tradicional de su
celebración, fue el aniversario de la traslación de su cuerpo. En la actualidad
el nombre de Leobardo está inscrito en el Martirologio Romano en el más
probable mes de muerte, marzo, el día tradicional del 18.
La ciudad de Tours
tiene una iglesia construida en su honor, donde iban a curarse los atacados por
la fiebre. La capilla de San Leobardo dependía del rey de Francia por hallarse
comprendida en el castillo de Tours. Cada año, el Viernes de Pasión, el
capítulo de la catedral hacía una estación en la mencionada capilla. Estas
peregrinaciones se interrumpieron en el año 1793 y, desde entonces, el
santuario perdió el afecto de las gentes.
Fuente: El Testigo Fiel