Homilía
hoy en Casa Santa Marta
Anna Kolosyuk | Unsplash |
El evangelio de hoy presenta un episodio de
curación realizada por Jesús hacia un paralítico. Jesús está en Cafarnaúm, y la
muchedumbre se reúne a su alrededor. A través de una abertura hecha en el techo
de la casa, algunos llevan a un hombre tumbado en una camilla.
Tienen la
esperanza de que Jesús cure al paralítico, pero él sorprende a todos
diciéndole: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Solo después le ordenará que
se levante, toma su camilla y vuelva a casa.
El Papa
Francisco comenta diciendo que, con sus palabras, Jesús nos permite ir a lo
esencial. “Él es un hombre de Dios”, afirma, curaba pero no era un curandero,
sino más bien un maestro, y ante la escena que se le presenta va a lo esencial.
Mira al paralítico y dice: “Te son
perdonados los pecados”. La curación física es un don, la salud física es un
don que debemos custodiar. Pero el Señor nos enseña que también la salud del
corazón, la salud espiritual hay que custodiarla.
Jesús va a
lo esencial también con la mujer pecadora, de la que habla el evangelio, cuando
ante su llanto le dice: ‘Te son perdonados los pecados’. Los demás se
escandalizan, afirma el Papa, “cuando Jesús va a lo esencial, se escandalizan,
porque allí está la profecía, allí está la fuerza”.
Igualmente,
‘Ve, pero no peques más’, dice Jesús al hombre de la piscina que no llega nunca
a tiempo a bajar al agua para poder curarse. A la Samaritana que le hace tantas
preguntas, -“ella hacía un poco el papel de la teóloga” dice el Papa – , Jesús
le pregunta por el marido.
Va lo esencial de la vida y, afirma el Papa, “lo esencial es tu relación con
Dios. Y se nos
olvida, muchas veces, esto, como si tuviéramos miedo de ir precisamente donde
está el encuentro con el Señor, con Dios”. Nos empeñamos, observa, en nuestra
salud física, pedimos consejo sobre médicos y medicinas, y es algo bueno, pero
“pensamos en la salud del corazón?”.
Hay una palabra aquí, de Jesús, que
quizás nos ayude: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. ¿Estamos acostumbrados
a pensar en esta medicina del perdón de nuestros pecados, de nuestros errores?
Nos preguntamos: “¿Tengo que pedir perdón a Dios por algo?”. “Sí, sí, sí, en
general, todos somos pecadores”, y así la cosa se diluye y pierde la fuerza,
esta fuerza de profecía que Jesús tiene cuando a a lo esencial. Y hoy Jesús a
cada uno nos dice: “Yo quiero perdonarte los pecados”.
El perdón, medicina para
la salud del corazón
El Papa
prosigue diciendo que quizás alguno no encuentra pecados en sí mismo que
confesar, porque “le falta la conciencia de los pecados”. De “pecados
concretos”, de “enfermedades del alma” que hay que curar, “y la medicina para
curar es el perdón”.
Es algo sencillo, que Jesús nos enseña
cuando va a lo esencial. Lo esencial es la salud, toda: del cuerpo y del alma.
Custodiemos bien la del cuerpo, pero también la del alma. Y vayamos a ese
Médico que puede curarnos, que puede perdonar los pecados. Jesús vino por esto,
dio la vida por esto.
Vatican News
Fuente: Aleteia