JUSTICIA EN LAS PALABRAS Y EN LOS JUICIOS
II. No formar
juicios precipitados. El amor a la verdad nos llevará a buscar una información
veraz y a contribuir con los medios a nuestro alcance a la veracidad en los
medios de comunicación.
III. El respeto
a la intimidad.
“En aquel tiempo, los
escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y
«por el príncipe de los demonios expulsa los demonios».
Entonces Jesús,
llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a
Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede
subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá
subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede
subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del
fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear
su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los
pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme
contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de
pecado eterno». Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo»” (Marcos
3,22-30).
I. Por amor a Dios y al
prójimo, por amor a la justicia, el cristiano debe ser justo en el decir, en un
mundo en que tanto se maltrata con las palabras. ¡Cuántas injusticias se pueden
cometer al emitir juicios irresponsables sobre el comportamiento de quienes
conviven, trabajan o se relacionan con nosotros! El Apóstol Santiago nos dice
que la lengua puede llegar a ser un mundo de iniquidad.
La
calumnia, la maledicencia, la murmuración... constituyen grandes faltas de
justicia con el prójimo, pues el buen nombre es preferible a las grandes
riquezas (Proverbios 22), ya que, con su pérdida, el hombre (y las
instituciones) queda incapacitado para realizar una buena parte del bien que
podía haber hecho (SANTO TOMÁS, Suma Teológica). El origen más frecuente de la difamación
es la envidia, que no sufre las buenas cualidades del prójimo o de una
institución.
Murmuran
también los que propagan a través de cualquier medio de comunicación, hechos o
dichos calumniosos comentados al oído; o mediante el silencio, cuando se omite
la defensa de la persona injuriada. Hoy pensemos si vivimos aquel sabio
consejo: “cuando no puedas alabar, cállate” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino)
II. Debemos pedirle al
Señor que nos enseñe a decir lo que conviene, en el momento y en la medida oportunos,
a no decir palabras vanas. Nosotros viviremos la caridad y la justicia si, con
la ayuda de la gracia, mantenemos la presencia de Dios a lo largo del día, y si
evitamos con prontitud los juicios negativos.
El
amor a la justicia nos llevará a no formar juicios precipitados sobre personas
y acontecimientos, basados en una información superficial, especialmente cuando
se trata de noticias sobre la Fe, el Papa, los Obispos o Instituciones de la
Iglesia, pues estas noticias generalmente vienen de personas sin fe o
sectarias. El amor a la verdad nos llevará a huir del conformismo y a
contribuir a la buena información de los demás.
III. Pidamos mucho al Señor
ver siempre y en primer lugar, lo bueno, que es mucho de quienes están con
nosotros. Así sabremos disculpar sus errores y ayudarles a superarlos. Vivir la
justicia es también respetar la intimidad de las personas, protegerla de
curiosidades extrañas, y no exponer en público lo que debe permanecer en el
ámbito de la familia o la amistad.
Invoquemos
con frecuencia a Santa María, Asiento de la Sabiduría, para que Ella nos llene
de la Verdad que su Hijo nos ha traído.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org