¿Perfectamente
organizada?
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Desde
que Israel pasó a Comunidad nos quedamos Lety y yo solas al cuidado de todo el
Noviciado: limpiar, lavar, ordenar, cuidar la parte de huerta que le
corresponde...
Las
lavadoras y tendederos son comunes con el resto de la Comunidad. Desde hace un
mes, voy frustración tras frustración porque llevo la ropa a lavar, la tiendo,
y, cuando voy a recogerla, ¡me la encuentro doblada! Sentía que no llegaba, que
no cumplía con lo que tenía que hacer. Cada semana me propongo llegar a todo
poniendo una alarma, bajando varias veces para ver si se ha secado... pero
alguien se adelanta, alimentando en mí el deseo de ser más rápida la semana
siguiente.
Ayer
teníamos cocina, ¡era perfecto! Puse las lavadoras, calculé el tiempo que
necesitaba para sacarlas, tenderlas y recoger la ropa sin que nadie, “por fin”,
lo hiciese por mí. Faltaban diez minutos para bajar cuando de repente una
hermana se asomó por la puerta de la cocina diciendo:
-Me
he tomado la libertad de tenderte la lavadora y poner la secadora.
Imagina
lo que pudo expresar mi cara... todo menos una sonrisa acogedora. ¡No me lo
podía creer! De nuevo se habían adelantado.
Pero,
¿sabes?, dentro de mí sabía que no estaba bien mi actitud. Cuando algo me
inquieta por dentro, corro a la capilla y dejo que sea Cristo el que me ponga
en orden (nunca falla).
Él
me hizo dar la vuelta a todo, cambiar la mirada y descubrir cómo mis hermanas
se estaban volcando por ayudarnos a llegar, por cuidarnos, y que la única que
me exigía dar la talla era yo a mí misma. Daba gracias por no haber podido
llegar por mí misma, y pedía al Señor aprender a acoger a las personas que
tantas veces se acercan a ayudar en cosas pequeñas. Sí, quizá yo puedo, pero
sola no se camina.
Cuántas
veces pensamos o sin darnos cuenta nos metemos en el rol de “tanto haces, tanto
vales”. Y, sin embargo, por mucho que hagamos, por muchas “lavadoras que
tendamos” por nosotros mismos... aunque parezca compensarnos en un primer
momento por haberlo logrado, todo queda en nosotros.
Cristo
no nos pide que lleguemos a todo eso que nos proponemos, solo nos pide que
vayamos con las manos vacías, con corazón de niños, y pongamos Amor en lo que hacemos.
Unas veces nos tocará hacer sirviendo a los demás; y otras... dejarnos hacer.
Hoy
el reto del amor es que te dejes ayudar acogiendo al que te ofrezca ayuda o
pidiendo ayuda en algo. Que tu valor no esté en lo que haces, sino el Amor que
pones en ello como misión que el Señor pone en tus manos.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma