Para usted la oración de
todos
El
mundo está reunido en torno a Francisco, que ha alcanzado la meta de medio
siglo de vida sacerdotal. La Diócesis de Roma, en particular, agradece
afectuosamente al Papa y reza por este aniversario. El Cardenal De Donatis
afirma: “Nos conduce de la mano por los caminos del hombre, 'misericordiando',
con una mirada de amor y ternura”.
Si
hay un riesgo del que un sacerdote debe protegerse, es el de la falta de
atención a la llama que un día misteriosamente ardió su corazón. El Papa lo ha
convertido en un punto de constante vigilancia y apelación al clero de todas
las latitudes. Cualquier cosa puede pasar, pero sin olvidar el primer amor. Si
incluso el cansancio aplasta y la desilusión devora la esperanza, un sacerdote
-dijo y repite Francisco - debe volver siempre “a aquel punto luminoso” en el
que la gracia de Dios lo tocó “al principio del camino”. Porque “es de esa
chispa que puedo encender el fuego para el hoy”.
A lo largo de los
caminos del hombre
El
Papa desde el fin del mundo no ha olvidado esta necesidad esencial y hoy la
Iglesia universal y los líderes mundiales que le dirigen saludos y
agradecimientos, tienen ante sí a este siervo del pueblo de Dios. Un hombre y
un sacerdote que “nos lleva de la mano por los caminos del hombre,
'misericordiando', con una mirada de amor y ternura”, escribe el Cardenal
Vicario Angelo De Donatis en nombre de la Diócesis de Roma, la Diócesis del
Papa.
Para usted la oración de
todos
En
el afecto expresado por la Urbe está el eco del amor del Orbe, del sentimiento
más genuino de las comunidades de creyentes y también de tanta admiración por
parte de los no cristianos, que sin embargo aprecian el esfuerzo de un
constructor de puentes que impide, en tiempos de muros, que la moneda de la
misericordia acabe fuera de camino. Que toca la carne de Cristo que a menudo
repele a los cristianos. “Por usted -escribe de nuevo el Cardenal De Donatis-
la oración de los pequeños, de los hijos de nuestras comunidades, se eleva a
Dios, a quienes usted bendice con el afecto de Padre. La oración de los pobres,
a quienes ama de manera privilegiada, se eleva al Señor por usted; la oración
de los ancianos y de los enfermos, que ofrecen sus sufrimientos por la Iglesia.
Para usted es la oración de los jóvenes, impulsados por su entusiasmo
misionero; y de las familias, llamadas a vivir la Alegría del Amor. Para usted
es la oración de todos nosotros, listos a llevar el Evangelio de la alegría.
El sacerdote y el
sentido de la vida
Un
Evangelio puede tener voz mientras el alma de un sacerdote siga siendo un
brasero, que se alimenta de Cristo y lo dona “en salida”, con prudencia y
audacia, enseña a Francisco. Un hombre descentralizado, el sacerdote, porque el
“sentido de nuestra vida”, recuerda el Papa, reside en que “mi cuerpo se ofrece
como sacrificio por ustedes”. Allí donde vive también la mayor felicidad.
Alessandro
De Carolis - Ciudad del Vaticano
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