Las 37.000 personas que
están participando en la preparación del Congreso Nacional de Laicos que se va
a celebrar en febrero ha elaborado ya el Instrumentum laboris que
servirá de documento de trabajo
Insisten en la corresponsabilidad, eliminar el
clericalismo, reforzar el papel de la mujer y de la familia, fomentar la
colaboración entre instituciones y convocar a procesos de conversión antes que
a sacramentos.
Durante varios meses,
diócesis, congregaciones, movimientos y asociaciones han estado trabajando
sobre un cuestionario para elaborar el Instrumentum laboris del
Congreso Nacional de Laicos que se va a celebrar del 14 al 16 de febrero en
Madrid.
El documento, que acaba de
ver la luz, recoge las aportaciones de 2.485 grupos, integrados por más de
37.000 personas, de toda la geografía española, y en él se ofrecen una serie de
ideas que recogen las principales inquietudes de la vida laical en la Iglesia
española.
Luces y sombras
El documento reconoce de
entrada que en el mundo de los laicos en España hay luces y sombras. Por una
parte hay «una cada vez mayor conciencia de la identidad laical» y,
en concreto, de la misión a la que están llamados los laicos, fruto del «deseo
de un encuentro con Cristo más sincero y auténtico», en el que juega un papel
fundamental «la comunidad como espacio de referencia para la
vivencia de la fe». También se destaca el aumento de la
corresponsabilidad entre sacerdotes y laicos, de la comunión y de la
sinodalidad, que alimentan un mayor impulso misionero. Al mismo tiempo, crece
la conciencia de la llamada a ser minorías creativas, según la
expresión de Benedicto XVI, «que sepan aprovechar las nuevas oportunidades y
los nuevos espacios para anunciar a Jesucristo y el kerigma».
Junto a ello, el texto de
trabajo pone el acento en un nuevo panorama sociológico que busca
«reconocer el papel de la mujer en la Iglesia», así como «cuidar
nuestro planeta como casa común y obra de Dios», sin olvidar la
importancia de la cultura digital.
La fotografía que han hecho
los grupos de trabajo también constata algunas sombras como «la pérdida
de la centralidad de la Eucaristía en la vida cristiana, el
excesivo clericalismo y el escaso protagonismo de la
mujer», y sobre todo «una falta de comprensión de lo que significa
la vocación laical, que se sigue considerando una vocación de segunda» y
conduce «a una visión de la relación sacerdote-laico basada en la oposición y
en la jerarquización que, además, tiene como efecto un alto grado de
paternalismo que dificulta el crecimiento espiritual de los fieles laicos».
Otros desafíos son la
«ruptura entre fe y vida», el «excesivo dogmatismo ante las situaciones
personales» concretas, «comunidades cerradas y poco acogedoras», la escasa
coordinación entre parroquias, y la dificultad de «ver a la familia como célula
evangelizadora». Pero también hay signos de esperanza, como «el compromiso
vocacional y misionero de tantos laicos» o la buena valoración que tienen las
entidades eclesiales de la acción sociocaritativa.
Examen de conciencia
Los grupos de trabajo del
congreso lanzan una serie de preguntas para la reflexión que sirven para toda
la Iglesia en España: «Tendríamos que preguntarnos qué estamos
ofreciendo a las personas que están en búsqueda» y «reflexionar acerca de
por qué nuestro mensaje no resulta atractivo», por lo que «hemos de
salir de nosotros mismos y de nuestras comunidades para dar testimonio» en una
pastoral «de la cercanía y del cuidado de las relaciones que
debería ser prioritaria. No podemos ceder a la tentación de aislarnos del mundo
por entender que predomina en él una visión del ser humano incompatible con
nuestra fe».
Como laicos, «no terminamos
de asumir el papel al que estamos llamados dentro de la Iglesia, y rehuimos
el testimonio de fe ante los demás por miedo o por vergüenza», afirma con
claridad el Instrumentum laboris, que también menciona otros
lastres de base como el activismo acelerado, la atomización del laicado, la
obsolescencia de algunas estructuras eclesiales, el individualismo y, sobre
todo, la «falta de conversión personal».
Algunas soluciones
Mirando hacia el futuro,
los laicos españoles recuerdan que «la llamada a la misión es extensiva a todos
los bautizados» porque «el Evangelio es para todos». Y no se sale en
solitario, sino que «nos necesitamos todos, todos somos importantes», en
una «sinodalidad para la misión» en la que «nuestras
comunidades de referencia, lejos de aislarse en sí mismas, muestren la belleza
de la Iglesia»; comunidades en las que la participación de los laicos en
la toma de decisiones sea «real y efectiva» porque
«desclericalizar la pastoral es urgente», donde se haga posible la
corresponsabilidad entre sacerdotes y laicos y haya una apertura a
otras realidades eclesiales «para trabajar unidos y desarrollar
acciones pastorales conjuntamente».
Por todo ello urge «un
cambio de mentalidad» que ponga el acento en la comunión y la creatividad.
Una «conversión comunitaria» para que la comunidad «deje de
perder vigor» y «se fortalezca el sentido de pertenencia: el seguimiento de
Jesús sólo es realizable plenamente desde la comunidad».
Líneas de actuación
Por todo ello, los laicos
que están preparando el congreso de febrero llaman a cuidar especialmente unas
líneas:
* Impulsar la corresponsabilidad para
«ser actores de la vida eclesial y no simplemente destinatarios».
* Antes que reivindicar la
creación de nuevos órganos, mejorar los ya existentes, «revisando
cómo funcionan y qué aspectos han de ser modificados».
* Reflexionar sobre la
participación de los laicos «en los puestos directivos de las instituciones de
la Iglesia que les son propios».
* Discernir nuevas formas
de participación como los ministerios laicales.
* Potenciar la familia,
Iglesia doméstica, como agente evangelizador, «uno de los rostros
eclesiales más fecundos en nuestro tiempo».
* Convocar no a
sacramentos, sino a procesos en los que esté presente la oración y los
sacramentos «pero en los que igualmente se tenga muy en cuenta la realidad
concreta que viven las personas».
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega