Piedras...
¿decorativas?
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cuando
íbamos Sión y yo camino del coro para el rezo de Vísperas, nos cruzamos en el
claustro con sor Carmen.
Ella,
toda alegre, andaba ya sacando sus figuras por aquí, las luces por allá, cajas
y cortezas... pues cada año hace un precioso belén de un montón de metros. Y,
al preguntarle nosotras qué tal iba su obra, nos estuvo explicando: aquí
pondría el portal, muy cerquita nacería el río, y la estrella donde se viera
bien....
Nos
estuvo señalando todo lo que ya había podido traer, pero se detuvo
concretamente en unas piedras. Eran todas blancas, más o menos del tamaño de
una mano, y que estaban apiladas en las cuatro esquinas del claustro, junto a
unas jardineras.
-Como
yo no tengo fuerza -nos dijo- pues he ido recogiendo una o dos cada día durante
todo el año, y las he ido poniendo ahí. ¿A que parece parte del decorado?
No
me pude reír más.... La de veces que me había preguntado qué serían esas
piedras, y realmente llegué a pensar que eran parte de la decoración...
Pero
lo que más me tocó el corazón fue descubrir cómo esta hermana reconoce su
pequeñez, y no se hace problema. Esta debe de ser la sabiduría de los niños,
que van pasito a pasito, y ni por asomo se les pasa por la cabeza rendirse ante
el primer obstáculo.
Durante
estos primeros días de vida en Comunidad, estoy disfrutando un montón; lo único
que me sucede es que ya quisiera “levantar piedras”, ser fuerte, tenerlo todo
controlado y, sin embargo, solo con el mismo hecho de la continua novedad, se
me hace imposible. Pero esto me ha mostrado que el Señor no me pide que sepa ya
todo, sino solo que vaya así, pasito a pasito, piedra a piedra, y, eso sí,
confiada en que, si Él tiene el control, no hay nada que temer.
Hoy
el reto del amor es confiar para disfrutar. Si no confías, no disfrutas. No
dejes que el agobio o el querer controlar se apodere de ti, vuelve a ese
corazón de niño que ama sus límites porque sabe que unos brazos siempre le
sostendrán.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma