Dios ha
bajado hasta nosotros en forma humana. Dios se ha humillado hasta hacerse
hombre para curarnos el alma y, si el alma lo necesita, también el cuerpo
Cuando san
Pablo curó al paralítico de Listra (Hch 14, 8-18) la muchedumbre pagana pensó
que tenía delante a un dios. Y decían: “dioses han bajado hasta nosotros en
forma humana”. Pablo se acompañaba de Bernabé al que el pueblo llamó Zeus, y a
Pablo, que era el que hablaba, le llamaron Hermes.
Y es que el pueblo de Listra creía en los dioses pero, más aún, se creía necesitado de los dioses y estaba abierto a la posibilidad de que “los dioses estuvieran entre ellos”.
Pero lo que para los habitantes de Listra no era sino un imposible, se hace posible y real en la Navidad. Ya no dioses imaginarios, sino el Dios verdadero viene a vivir con nosotros. Emmanuel significa: “Dios con nosotros”. Dios ha bajado hasta nosotros en forma humana. Dios se ha humillado hasta hacerse hombre para curarnos el alma y, si el alma lo necesita, también el cuerpo.
Pero el mundo de hoy está muy lejos de la actitud de los de Listra. Hoy no nos
sentimos necesitados de Dios. No aceptamos que un salvador venga de fuera, nos
bastamos a nosotros mismos. No somos capaces de reconocer la enfermedad de
nuestra alma, la cojera de nuestra conciencia, la debilidad de nuestro amor. Y
por todo eso necesitamos que Otro nos cure y nos salve. Y para eso se necesita
una dosis muy grande de humildad.
El mundo de hoy no quiere que “Dios esté con nosotros” porque piensa que su
presencia le va a quitar la libertad al mundo. Cuando lo que hace Dios es
enseñar el camino de la libertad, el modo humano de caminar con ella. Y tanto
no quiere el mundo que “Dios esté con nosotros” que se afana en negar la
Navidad y vestir estas fiestas con ropajes de jolgorio sin sentido y gastos
superfluos y quitar las imágenes que nos recuerdan que Dios está entre
nosotros.
Dios está entre nosotros, camina a nuestro lado. Dios está con nosotros, lucha
en nuestro favor. Decía San Pablo: “Si Dios con nosotros, ¿quién contra
nosotros?” (Rm 8, 31) Dios está por nosotros, nace en Belén para morir en la
cruz y salvarnos. Dios está en nosotros, habita en nuestra alma por la vida de
gracia.
Pablo, con mucha dificultad, logró convencer a la multitud de que no era un
dios, sino un simple mortal. La actitud de Pablo deber ser la nuestra, la
humildad. El sentido de la Navidad está en reconocernos lo que somos, hombres
pobres necesitados de Dios. No somos dioses por más que sintamos la tentación
de hacer las cosas por nosotros mismos sin mirar a Dios ni siquiera de reojo.
Mirar a Dios... la noche de Navidad no levantes la vista para mirar a Dios en
el cielo, baja la vista para verlo dormido en el pesebre y cree que ese Niño
indefenso puede ayudarte. Acéptalo. Siente necesidad de su amor.
Por: Francisco Javier Carrión, L.C.
Fuente:
Gama - Virtudes y Valores