Cambiamos, dice el Papa, para vencer la rigidez y el
miedo y para proclamar mejor el Evangelio a un mundo descristianizado
2019.12.21 Felicitaciones a la Curia Romana (Vatican Media) |
En el tradicional encuentro para los saludos
navideños, Francisco habla a la Curia romana sobre las transformaciones que
tienen lugar en las instituciones del Vaticano, reiterando la necesidad y los
objetivos de los nuevos dicasterios. Cambiamos, dice el Papa, para vencer la
rigidez y el miedo y para proclamar mejor el Evangelio a un mundo
descristianizado.
En el mundo que cambia, la Curia romana no cambia solo
por cambiar, "para seguir las tendencias". Desarrollo y crecimiento,
la Iglesia los vive desde la perspectiva de Dios y, después de todo, la
historia de la Biblia es todo "un camino marcado por comienzos y
reinicios". Es por eso que incluso uno de los nuevos santos, el cardenal
Newman, cuando hablaba de "cambio" en realidad significaba
"conversión".
Desafío e
inercia
Antes de llegar en su discurso a uno de sus temas
preferidos, Francisco prepara a la audiencia desplegada en la Sala Clementina
para los saludos navideños - todos sus principales colaboradores de la Curia
romana – a sintonizarse sobre una convicción que subyace y acompaña desde el
comienzo de su magisterio, es decir, que la época actual “no es simplemente una
época de cambios, sino un cambio de época”; agregando que “la actitud sana” es
la de “dejarse interrogar por los desafíos del tiempo presente”, con
discernimiento y coraje, en vez de dejarse seducir por la cómoda inercia del
dejar todo como está:
A menudo sucede que se vive el cambio limitándose a
ponerse un vestido nuevo, y luego quedarse en realidad como se estaba antes.
Recuerdo la expresión enigmática que leemos en una famosa novela italiana:
"Si queremos que todo permanezca como está, todo debe cambiar" (en Il
Gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa).
Entre novedad y
memoria
La articulada premisa se refiere al tema de la reforma
de la Curia romana que, según el Papa, "nunca tuvo la presunción de hacer
como si nada hubiera existido antes", sino que al contrario apunta a
“valorar lo que de bueno se hizo en la compleja historia de la Curia".
Es un deber valorizar su historia para construir un
futuro que tenga bases sólidas, que tenga raíces y por tanto pueda ser
fructífero. Apelar a la memoria no significa anclarse en la auto-conservación,
sino recordar la vida y la vitalidad de un camino en continuo desarrollo. La
memoria no es estática, es dinámica. Por su naturaleza implica movimiento.
Cambiar para
anunciar
A este punto, Francisco repasa lo que él define como
"algunas novedades de la organización curial, como el nacimiento a fines
de 2017 de la Tercera Sección de la Secretaría de Estado (Sección para el
Personal diplomático de la Santa Sede), junto con otros cambios realizados,
recuerda, en las "relaciones entre la Curia romana y las Iglesias
particulares" y en la "estructura de algunos Dicasterios, en
particular en el de las Iglesias orientales y otros para el diálogo ecuménico y
por el diálogo interreligioso, en particular con el judaísmo". Pero fue
sobre todo la constatación, ya evidente en la época de Juan Pablo II como en la
de Benedicto XVI – de un mundo no más consciente del Evangelio como en el
pasado, que exige -explica Francisco-, una profunda reestructuración de los
dicasterios históricos o sugerir el nacimiento de nuevos.
Refiriéndose a la Congregación para la Doctrina de la
Fe y a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el Papa observa
que cuando "se instituyeron, era una época en la que era más simple
distinguir entre dos lados bastante definidos: un mundo cristiano de una parte
y un mundo aún por evangelizar, por el otro”.
Ahora esta situación ya no existe. Las poblaciones que
aún no han recibido la proclamación del Evangelio no viven únicamente en
continentes no occidentales, sino que viven en todas partes, especialmente en
las enormes concentraciones urbanas que requieren un cuidado pastoral
específico. En las grandes ciudades necesitamos otros "mapas", otros
paradigmas, que nos ayuden a reposicionar nuestras formas de pensar y nuestras
actitudes: ¡ya no estamos en la cristiandad, no más!
Evangelio y
cultura digital
Por esta razón, el impulso para una proclamación
renovada del Evangelio fue el impulso para la remodelación de las instituciones
del Vaticano. Todo -costumbres, estilos, horarios, lenguaje, el Papa lo había
aclarado con la Evangelii gaudium- debe ser "un canal adecuado para la
evangelización del mundo actual, más que para la auto-conservación". Esta
necesidad se satisface con el nacimiento del Dicasterio para la Comunicación,
una entidad que une nueve cuerpos de los medios de comunicación del Vaticano,
previamente distintos entre sí. No es una mera "agrupación
coordinada", especifica, sino una forma de "armonizar" para
"producir una mejor oferta de servicios" en una "cultura
ampliamente digitalizada".
La nueva cultura, marcada por los factores de
convergencia y multimedialidad, necesita una respuesta adecuada de parte de la
Sede Apostólica en el área de la comunicación. Hoy, en comparación con los
servicios diversificados, prevalece la forma multimedia, y esto también marca
la manera de concebirlos, pensarlos e implementarlos. Todo esto implica, junto
con el cambio cultural, una conversión institucional y personal para pasar de
un trabajo a compartimentos estancos -que en el mejor de los casos tenían
cierta coordinación- a un trabajo intrínsecamente conectado, en sinergia.
Una estructura,
muchos servicios
Un destino similar le tocó al Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral, creado para hacer más coherente y
unitario el trabajo antes diferente entre los Pontificios Consejos Justicia y
Paz, Cor Unum, Pastoral de los Migrantes y Agentes Sanitarios.
Por lo tanto, la Iglesia está llamada a recordar a
todos que no se trata solo de cuestiones sociales o migratorias, sino de
personas humanas, hermanos y hermanas que hoy son el símbolo de todos los
descartados de la sociedad globalizada. Está llamada a testimoniar que para
Dios nadie es "extranjero" o "excluido". Está llamada a
despertar conciencias adormecidas en la indiferencia ante la realidad del mar
Mediterráneo, que se ha convertido para muchos, demasiados, en un cementerio.
El amor supera
la fatiga
Entonces, entre los "grandes desafíos" y
"equilibrios necesarios", lo importante es que la Iglesia, y la Curia
romana en primer lugar, vean a la humanidad en la que todos son "hijos de
un único Padre". Francisco no desconoce la dificultad de cambios tan grandes,
la necesidad de gradualidad, el "error humano", con el cual, dice,
"no es posible ni justo no tener en cuenta". "Vinculado a este
difícil proceso histórico, siempre existe – estigmatiza - la tentación de
recurrir al pasado (incluso utilizando nuevas formulaciones), porque es más
tranquilizador, conocido y, ciertamente, menos conflictivo".
Aquí es necesario advertir contra la tentación de
asumir la actitud de rigidez. La rigidez que proviene del miedo al cambio y
termina diseminando el terreno del bien común con estacas y obstáculos,
convirtiéndolo en un campo minado de incomunicabilidad y odio. Recordamos
siempre que detrás de cada rigidez hay un desequilibrio. La rigidez y el
desequilibrio se alimentan entre sí en un círculo vicioso.
La última palabra, el Papa la deja al cardenal
Martini, quien, al borde de la muerte, declaró: "La Iglesia está atrasada
doscientos años. ¿Por qué no se despierta? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de
coraje? Sin embargo, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza,
el coraje. [...] Solo el amor supera la fatiga ".
Alessandro De Carolis – Ciudad del Vaticano
Vatican News