Homilía de la
Santa Misa celebrada con motivo de la Dedicación de la Basílica de San Juan de
Letrán
El Papa celebra la Santa Misa en la Dedicación de la Catedral de Roma (Vatican Media) |
Que el Señor conceda experimentar todo lo bueno de la
acción evangelizadora y crecer en la fe en el Misterio Pascual para ser
asociados a su "celo" por nuestra casa. Es el deseo que manifestó el
Papa Francisco en su homilía de la misa celebrada la tarde de este sábado en el
aniversario de la Dedicación de la Catedral de Roma
En su homilía de la Santa Misa
celebrada con motivo de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán el
Obispo de Roma ofreció idealmente tres versículos de la Palabra de Dios para
que los fieles de su diócesis puedan hacerlos objeto de meditación y oración.
El primero, dirigido a toda la comunidad diocesana
corresponde a un versículo del Salmo Responsorial: "Un río y sus canales
regocijan a la ciudad de Dios". Sí, porque como afirmó el Santo Padre,
“los cristianos que viven en esta ciudad son como el río que brota del templo:
llevan una Palabra de vida y de esperanza capaz de fecundar los desiertos de
los corazones, como el torrente descrito en la visión de Ezequiel”.
“Que el Señor se regocije al vernos en movimiento,
dispuestos a escuchar con el corazón a sus pobres que le gritan. Que la Madre
Iglesia de Roma experimente el consuelo de ver una vez más la obediencia y el
coraje de sus hijos, llenos de entusiasmo por esta nueva estación de
evangelización”
Percibir la
presencia y la acción de Dios en la ciudad
El Papa invitó a la feligresía a encontrar a los
demás, entrar en diálogo con ellos y escucharlos con humildad, gratuidad y
pobreza de corazón:
“Los invito a vivir todo esto no como un gran
esfuerzo, sino con una ligereza espiritual: en lugar de dejarse atrapar por
ansiedades de prestación, es más importante ampliar la percepción para captar
la presencia y la acción de Dios en la ciudad. Es una contemplación que nace
del amor”
Jesucristo como
único fundamento
A los presbíteros, el Santo Padre les dedicó un
versículo de la Primera Carta a los Corintios: "Nadie puede poner un
fundamento diverso del que ya existe, que es Jesucristo". Y les dijo que
“ésta es su tarea, el corazón de su ministerio: ayudar a la comunidad a estar
siempre a los pies del Señor para escuchar su Palabra; mantenerla alejada de
toda mundanidad, de los malos compromisos; custodiar el fundamento y la raíz
santa del edificio espiritual; defenderla de los lobos rapaces, de quien
querría hacer que se desvíe del camino del Evangelio”.
“Como Pablo, también ustedes son 'arquitectos sabios',
sabios porque saben bien que cualquier otra idea o realidad que quisiéramos
poner como cimiento de la Iglesia en lugar del Evangelio, tal vez podría
garantizarnos más éxito, quizás gratificaciones inmediatas, pero comportaría
inevitablemente ¡el colapso de todo el edificio espiritual!”
La alegría de
la intimidad con el Señor como recompensa
Y les dijo que desde que es Obispo de Roma pudo
conocer más de cerca a muchos de ellos de quienes admira su fe y su amor por el
Señor, la cercanía a las personas y la generosidad en el cuidado de los pobres.
A lo que añadió: Conocen los barrios de la ciudad como ningún otro y
custodian en su corazón los rostros, las sonrisas y las lágrimas de tanta
gente. Han dejado de lado los contrastes ideológicos y los protagonismos
personales para dar cabida a lo que Dios les pide. El realismo de quien tiene los
pies en la tierra y sabe “cómo van las cosas de este mundo” no les ha impedido
volar alto con el Señor y soñar en grande.
“Que Dios los bendiga. Que la alegría de la intimidad
con Él sea la recompensa más verdadera por todo el bien que hacen diariamente”
Por último a los miembros de los equipos pastorales,
presentes en esta celebración para recibir un mandato especial de su Obispo, el
Papa Francisco les dejó un versículo del Evangelio en el que Jesús se comporta
de manera divinamente provocativa. “Para poder sacudir – dijo – la torpeza de
los hombres e inducirlos a cambios radicales, a veces Dios opta por actuar de
manera fuerte, para romper una situación”.
“Jesús con su acción quiere producir un cambio de
rumbo, una inversión de ruta. Muchos santos han tenido el mismo estilo: algunos
de sus comportamientos, incomprensibles por una lógica humana, eran fruto de
intuiciones suscitadas por el Espíritu y querían provocar a sus contemporáneos
y ayudarlos a comprender que 'mis pensamientos no son sus pensamientos', dice
Dios a través del profeta Isaías”
El Obispo de Roma explicó el episodio evangélico en el
que Jesús derriba las mesas de cambio de moneda y expulsa a los animales
afirmando que “esta purificación del santuario era necesaria para que Israel
redescubriera su vocación: ser una luz para todos los pueblos, un pequeño
pueblo elegido para servir a la salvación que Dios quiere dar a todos”.
“Jesús sabe que esta provocación le costará cara. Y
cuando le preguntan: '¿Qué signo nos muestras para hacer estas cosas?', el
Señor responde diciendo: 'Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré'”
Y fue precisamente éste el versículo que Francisco
quiso entregarles a los equipos pastorales, a quienes se “les ha confiado la
tarea de ayudar a sus comunidades y a los agentes de la pastoral para llegar a
todos los habitantes de la ciudad, individuando caminos nuevos para encontrar a
los que están lejos de la fe y de la Iglesia”. A la vez que destacó que para
realizar este servicio deben llevar consigo la certeza de que “no hay corazón
humano en el que Cristo no quiera y no pueda renacer”.
“En nuestras existencias de pecadores a menudo nos
sucede que nos alejamos del Señor y apagamos el Espíritu. Destruimos el templo
de Dios que es cada uno de nosotros. Y sin embargo ésta jamás es una situación
definitiva: ¡al Señor le bastan tres días para reconstruir su templo dentro de
nosotros!”
“De manera a menudo misteriosa pero real – dijo
Francisco – el Señor abre en los corazones, nuevos resquicios, deseos de
verdad, de bondad y de belleza, que dan cabida a la evangelización”. Por esta
razón, “no hay que dejarse bloquear, sino custodiar la convicción de que a Dios
le bastan tres días para resucitar a su Hijo en el corazón del hombre”. Y
concluyó con el deseo de que el Señor les conceda experimentar todo lo bueno de
la acción evangelizadora a fin de que – dijo – “crezcamos en la fe en el Misterio
Pascual y seamos asociados a su ‘celo’ por nuestra casa. ¡Buen camino!”.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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