Y les dijo que para él era “una bendición presenciar,
de primera mano, este valioso servicio que la Iglesia ofrece al pueblo de
Tailandia, especialmente a los más necesitados”
En su encuentro con el personal del Hospital San Luis
de Bangkok, que celebra el 120° de su fundación, el Papa Francisco formuló
votos para que este apostolado, y otros similares sean, cada vez más, “señal y
emblema de una Iglesia en salida” que, queriendo vivir su misión, se anima a
llevar el amor sanador de Cristo a los que sufren.”
Poco después de las 11 de la mañana, hora local de Tailandia,
el Santo Padre celebró un encuentro con el personal del Hospital San Luis de
Bangkok. A su llegada el Obispo de Roma fue recibido por el Cardenal Arzobispo,
el Director del Hospital y el Director General de la estructura, a la vez que
una religiosa, responsable del personal de enfermería, ofreció flores al
Pontífice antes de su llegada al Auditorio, donde lo esperaban cerca de
setecientas personas entre médicos, enfermeras y personal de servicio de este
hospital y de otros centros asistenciales de la Iglesia.
Valioso
servicio que la Iglesia ofrece al pueblo de Tailandia
Tras el saludo de su Director y la entrega de un
regalo, el Papa pronunció su tercer discurso, en el que comenzó
manifestando su alegría por la oportunidad de encontrarse con todos ellos. Y
les dijo que para él era “una bendición presenciar, de primera mano, este
valioso servicio que la Iglesia ofrece al pueblo de Tailandia, especialmente a
los más necesitados”. Francisco saludó asimismo con afecto a las Hermanas de
San Pablo de Chartres, así como a las demás religiosas presentes, a quienes
agradeció “la dedicación silenciosa y alegre a este apostolado”, a lo que
añadió:
“Ustedes nos permiten contemplar el rostro materno del
Señor que se inclina para ungir y levantar a sus hijos: gracias”
El Santo Padre manifestó la alegría que le produjo
escuchar las palabras del Director sobre el principio que anima este Hospital:
“Ubi caritas, Deus ibi est; donde hay caridad, allí está Dios”. Y afirmó
que precisamente en el ejercicio de la caridad es donde los cristianos están
llamados, no sólo a transparentar el hecho de ser discípulos misioneros, sino
también a confrontar su seguimiento y el de sus Instituciones. De ahí que les
haya dicho:
“Ustedes realizan una de las mayores obras de
misericordia, puesto que su compromiso sanitario va mucho más allá de un simple
y loable ejercicio de la medicina”
En efecto Francisco explicó que este compromiso “no
puede reducirse solamente a realizar algunas acciones o programas determinados,
sino que deben ir más allá, abiertos a lo imprevisible”, atendiendo a las
personas necesitadas que llegan a la emergencia del hospital con esa piedad
especial, “que nace del respeto y amor a la dignidad de todos los seres
humanos”.
“Todos ustedes, miembros de esta comunidad
terapéutica, son discípulos misioneros cuando mirando a un paciente aprenden a
llamarlo por su nombre”
Desarrollar una
pastoral de la salud
Naturalmente el Papa les dijo que sabe que “a veces su
servicio puede resultar pesado y agotador” y que “conviven con situaciones
extremas”, por lo que surge “la importancia de poder desarrollar una pastoral
de la salud donde, no sólo los pacientes, sino todos los miembros de esta
comunidad puedan sentirse acompañados y sostenidos en su misión”. A lo que
agregó:
Sepan también que sus esfuerzos y el trabajo de las
muchas instituciones que representan son el testimonio vivo del cuidado y la
atención que estamos llamados a mostrar a todas las personas, especialmente a
los ancianos, a los jóvenes y a los más vulnerables
Por otra parte, al recordar que este año su Hospital
celebra el 120 aniversario de su fundación, el pensamiento del Santo Padre se
dirigió a las tantas personas que allí lograron calmar su dolor, ser consoladas
en sus agobios e incluso acompañadas en su soledad. Por esta razón, al dar
gracias a Dios por el don de su presencia durante estos años, formuló votos para
que “este apostolado, y otros similares sean, cada vez más, señal y emblema de
una Iglesia en salida que, queriendo vivir su misión, se anima a llevar el amor
sanador de Cristo a los que sufren”.
Al final de este encuentro, tal como él mismo lo
recordó, el Papa visitó a los enfermos y discapacitados para “acompañarlos, al
menos mínimamente, en su dolor”. Y destacó que la enfermedad siempre trae
consigo grandes interrogantes, por eso la primera reacción suele ser la de
rebelarnos y hasta vivir momentos de desconcierto y desolación. Se trata del
“grito de dolor” que el mismo Jesús padeció. De manera que “con la oración –
dijo – queremos unirnos también nosotros al suyo”.
El Pontífice concluyó su alocución invitando a poner
“este encuentro y sus vidas bajo la protección de María, precisamente bajo su
manto”. Y antes de impartirles su bendición apostólica Francisco pidió que la
Virgen los ayude con su gracia para “encontrar a su Hijo en la carne herida de
las personas a quienes sirven”. “Y les pido, por favor – añadió – que no se
olviden de rezar por mí. Muchas gracias”.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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