El Gobierno iraquí y la
comunidad internacional deben «estar listos para ayudar cuando llegue el
momento de dar cobijo» a los sirios que huyan de la invasión turca, y que
podrían ser en gran medida cristianos, asegura el obispo caldeo de Erbil, en el
Kurdistán iraquí
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Desplazados internos llegan a Tal Tamr. Foto: AFP/Delil Souleiman |
Monseñor Behnan Hindo, del nordeste de Siria, pronostica que el éxodo
puede ser «similar, si no mayor», al que se ha producido ya.
«En Erbil y el norte de
Irak debemos prepararnos para otra oleada de refugiados». Habla monseñor Bashar
M. Warda, obispo caldeo de esta ciudad. En un comunicado hecho público el
sábado por la agencia informativa asiria AINA, el prelado católico de la
capital del Kurdistán iraquí pide que «la comunidad internacional esté lista
para ayudar si llega o cuando llegue el momento de dar cobijo a estos
inocentes». Algo que, añade, «parece inminente».
Según datos de la Oficina
de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), entre
150.000 y 160.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en el
norte de Siria en los últimos seis días.
En la región de Siria
afectada por los ataques turcos viven 40.000 cristianos, menos de una cuarta
parte de los 130.000 que había en la misma zona antes de la guerra. Monseñor
Jacques Behnan Hindo, que hasta hace pocos meses era obispo sirocatólico en la
eparquía de Hassaké-Nisibi, en el área administrada por los kurdos, ha
explicado a TerraSanta.netque «desde el comienzo del conflicto el
25 % de los católicos de Qamishli y el 50 % de los de Hassaké dejaron el país,
igual que el 50 % de los ortodoxos. Ahora temo un éxodo similar, si no mayor».
«Que no sean rechazados»
En el Kurdistán iraquí «ya
hemos sido testigos en los dos últimos años de la llegada de un número
creciente de cristianos sirios –afirmaba monseñor Warda en su comunicado–.
Esperamos que, si más cristianos quieren huir del noreste de ese país, la
mayoría vengan aquí, a Erbil. Rezamos para que el Gobierno iraquí, el
autonómico del Kurdistán y la comunidad internacional no los rechacen sino que
ayuden» a atenderlos a ellos «y a los demás inocentes de otros credos».
Mientras, a medida que
pasan los días o las horas, se va configurando lo que puede ser el nuevo
conflicto en la frontera siro-turca. Unidades del Ejército sirio se han
desplegado este lunes en la localidad nororiental de Tal Tamer, frente a las
tropas turcas, después de que la noche del domingo los kurdos anunciasen un
acuerdo con Damasco para impedir la invasión e intentar recuperar las zonas
conquistadas por Turquía desde el miércoles.
El Gobierno de Al Asad, que
no reconoce la administración autónoma de esta región, controlada en casi su
totalidad por las kurdosirias Fuerzas de Siria Democrática (FSD), se ha unido a
esta alianza de milicias para hacer frente a la ofensiva de Turquía y sus
grupos aliados.
El Ejército turco lanzó el
pasado 9 de octubre una operación contra los territorios controlados por las milicias
y las autoridades kurdosirias, donde quiere establecer una «zona de seguridad»
de unos 30 kilómetros desde la frontera turca y de 480 kilómetros de largo,
desde el río Éufrates hasta el extremo oriental de Siria.
Con ello, busca sacar de
allí a las FSD y a su principal grupo, las Unidades de Protección del Pueblo
(YPG), a las que considera una organización terrorista vinculada con la
guerrilla del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK).
Duras críticas a la
colonización demográfica
Una segunda etapa del
proyecto de Ankara es establecer a una parte importante de los 3,6 millones de
refugiados sirios instalados en el país en la «zona de seguridad». Una
intención con la que monseñor Jeanbart se muestra muy crítico: «Crearía un país
dentro de otro país. La decisión amenaza con provocar un terremoto
demográfico», reemplazando la población kurda con sirios, mientras que «los
kurdos se verían obligados a dejar sus tierras y casas, creando las condiciones
para continuas tensiones internas».
Sobre todo, si se tiene en
cuenta «que esta zona es una de las regiones de Siria más ricas en recursos
como el agua, el petróleo, el gas y los campos fértiles». La estrategia turca
–concluye el obispo– «es algo inhumano».
También en Irak se temen
los nuevos conflictos que pueden desencadenarse a raíz de estos cambios fuertes
de población. «La comunidad internacional debe comprender que las minorías no
serán capaces de soportar otro conflicto grave dentro de Irak, especialmente si
ocurre dentro de las frágiles áreas en las que viven cristianos y yazidíes»,
asegura monseñor Warda en su comunicado. Por ello, pide que se restablezca el
control del Gobierno legítimo y se impida que las milicias sigan actuando en la
región.
María Martínez López
Fuente: Alfa y Omega