LOS SIGNOS Y LOS TIEMPOS
II. La fe y la limpieza de
alma.
III. Encontrar a Jesús y
darlo a conocer.
“En aquel tiempo, decía
Jesús a la gente: -«Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en
seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur,
decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis
interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el
tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?
Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por
llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre
ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la
cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último
céntimo» (Lucas 12,54-59).
I. Desde siempre los
hombres se han interesado por el tiempo y por el clima, especialmente los
agricultores y los marinos, para tener un pronóstico en razón de sus tareas. En
el Evangelio de la Misa (Lucas 12, 54-59), Jesús advierte a los hombres que
saben prever el clima, pero no saben discernir las señales abundantes y claras
que Dios envía para que conozcan que ha llegado el Mesías.
El
Señor sigue pasando cerca de nuestra vida, con suficientes referencias, y cabe
el peligro de que en alguna ocasión no lo reconozcamos. Se hace presente en la
enfermedad o en la tribulación, en las personas con las que trabajamos o en las
que forman nuestra familia, en las buenas noticias esperando que le demos las
gracias.
Nuestra
vida sería bien distinta si fuéramos más conscientes de la presencia divina y
desaparecería la rutina, el malhumor, las penas y las tristezas porque
viviríamos más confiados de la Providencia divina.
II. La fe se hace más
penetrante cuanto mejores son las disposiciones de la voluntad. Cuando no se está
dispuesto a cortar con una mala situación, cuando no se busca con rectitud de
intención sólo la gloria de Dios, la conciencia se puede oscurecer y quedarse
sin luz para entender incluso lo que parece evidente.
Si
la voluntad no se orienta a Dios, la inteligencia encontrará muchas
dificultades en el camino de la fe, de la obediencia o de la entrega al Señor
(J. PIEPER, La fe, hoy).
La
limpieza de corazón, la humildad y la rectitud de intención son importantes
para ver a Jesús que nos visita con frecuencia. Rectifiquemos muchas veces la
intención: ¡para Dios toda la gloria!
III. Todos vamos por el
camino de la vida hacia el juicio. Aprovechemos ahora para olvidar agravios y
rencores, por pequeños que sean, mientras queda algo de trayecto por recorrer.
Descubramos los signos que nos señalan la presencia de Dios en nuestra vida.
Luego,
cuando llegue la hora del juicio, será ya demasiado tarde para poner remedio.
Este es el tiempo oportuno de rectificar, de merecer, de amar, de reparar, de
pagar deudas de gratitud, de perdón, incluso de justicia. A la vez, hemos de
ayudar a otros que nos acompañan en el camino de la vida a interpretar esas
huellas que señalan el paso del Señor cerca de su familia, de su trabajo...
Hemos
de saber descubrir a Jesús, Señor de la historia, presente en el mundo, en
medio de los grandes acontecimientos de la humanidad, y en los pequeños sucesos
de los días sin relieve. Entonces sabremos darlo a conocer a los demás.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org