EN BETANIA
II. Unidad de vida.
III. Sólo una cosa es
necesaria, la santidad personal.
“En aquel tiempo, entró
Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía
una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su
palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se
paró y dijo: -«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el
servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: -«Marta,
Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María
ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán»” (Lucas 10,38-42).
I. Jesús visitaba con
frecuencia la casa de sus amigos de Betania, (Lucas 10, 38-42) Lázaro, Marta y
María; se sentía bien en aquel hogar rodeado de amigos. Durante mucho tiempo se
ha considerado a Marta como figura e imagen de la vida activa, puesto que era
ella quien le servía, mientras que María ha sido el símbolo de la
contemplativa, porque sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
Sin
embargo, para la mayoría de los cristianos que han de santificarse en medio de
las tareas seculares, no pueden considerarse como dos modos contrapuestos de
vivir el cristianismo. El trabajo, el estudio, los problemas que se presentan
en una vida normal, lejos de ser obstáculos, han de ser medio y ocasión de un
trato afectuoso con Nuestro Señor (SAGRADA BIBLIA, Santos Evangelios), todas
nuestras actividades han de alimentar nuestra conversación diaria con Él.
A
la vez, la oración ha de enriquecer todas las circunstancias por las que hemos
de pasar.
II. Jesús le dice a Marta
que sólo una cosa es necesaria en esta vida: el amor a Dios, la santidad
personal. Cuando Cristo es el objetivo de nuestra vida las veinticuatro horas
del día, trabajamos más y mejor.
Éste
es el hilo fuerte –como en un collar de perlas finas- que une todas las obras
del día; así evitamos la doble vida; una para Dios y otra dedicada a las tareas
en medio del mundo.
No
podemos tener dos vidas paralelas, la espiritual y la secular; a Jesús lo
tenemos muy cerca de nosotros, como Marta y María lo tuvieron. Nos acompaña en
el hogar, en la oficina, en la calle, en la diversión. No dejemos de referir a
Él todo lo que sucede a lo largo de nuestra jornada.
III. Sólo una cosa es
necesaria: la amistad creciente con el Señor. El mayor bien que podemos prestar
a la familia, al trabajo, a la sociedad, es el cuidado de los medios que nos
unen al Señor... El mayor mal, el descuido de estos medios por desorden, por
tibieza, incluso por una aparente eficacia mayor en otras actividades que
pueden aparecer como más urgentes o importantes.
Cuando
vemos que la multiplicidad de quehaceres tiende a ahogar el tiempo que
dedicamos especialmente al Señor, basta que recordemos Sus palabras: una sola
cosa es necesaria. Pidamos a Nuestra Señora que no perdamos nunca de vista al
Señor mientras procuramos llevar a cabo con perfección, acabadamente, nuestras
tareas profesionales.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
Fuente: Almudi.org