En
una entrevista con el periódico Avvenire, el Presidente de la APSA niega las
reconstrucciones periodísticas que hablan de una Santa Sede al borde del
colapso
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2019.01.11 Basílica de San Pedro |
“Aquí
no hay colapso o default. Solo hay necesidad de una revisión de los gastos. Y
eso es lo que estamos haciendo. Puedo probártelo con números”. Así, el
Presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, APSA, el
obispo Nunzio Galantino, entrevistado por el diario católico italiano Avvenire,
desdramatiza los anticipos periodísticos de un nuevo libro sobre el Vaticano.
Después
de explicar de dónde proceden los bienes gestionados por la APSA -en parte como
resultado de la Convención Financiera anexa al Pacto de Letrán de 1929-,
Galantino dijo que “la situación actual de la administración de la Santa Sede
no es nada diferente de lo que ocurre en cualquier familia o incluso en los
Estados de los diferentes continentes. En un momento dado se mira lo que se
gasta, se ve lo que entra y se intenta reequilibrar los gastos”.
En
cuanto al balance de la APSA, Monseñor Galantino desminitió que el resultado
negativo sea consecuencia de “una gestión clientelar y sin reglas, de la
contabilidad fantasma y del obstinado sabotaje a la acción del Papa”, como se
ha escrito. “De hecho -explica- la gestión ordinaria de la APSA en 2018 cerró
con un beneficio de más de 22 millones de euros. Los datos contables negativos
se deben exclusivamente a una intervención extraordinaria destinada a salvar el
funcionamiento de un hospital católico y los puestos de trabajo de sus
empleados”.
Galantino
también niega que la APSA tenga cuentas encriptadas o una contabilidad
paralela. “Confirmo e insisto: La APSA no tiene cuentas secretas o encriptadas.
Demuestren lo contrario. En la APSA tampoco hay cuentas de personas naturales u
otras personas jurídicas, excepto los dicasterios de la Santa Sede, los órganos
anexos y el Governatorato. Un Estado que no tiene impuestos o deuda pública
solo tiene dos maneras de vivir. Obtener rédito de sus propios recursos y
depender de las contribuciones de los fieles, incluso de los que están en el
Óbolo di San Pietro. Aquí quieren que la Iglesia no tenga nada y que, en todo
caso, dé un pago justo a sus empleados y responda a muchas necesidades, en
primer lugar a las de los pobres. Es evidente que no puede ser así. Se necesita
una revisión de los gastos para contener los costos de personal y la compra de
materiales, y se está trabajando en ello con mucho cuidado y atención. Así que
no hay alarma sobre el hipotético default. Más bien, hablamos de una realidad
que se da cuenta de que hay que moderar los gastos. Como sucede en una buena
familia o en un Estado serio”.
El
presidente de la APSA proporciona datos sobre las propiedades gestionadas por
su dicasterio: “Se trata de 2.400 apartamentos, la mayoría en Roma y Castel
Gandolfo, y 600 entre tiendas y oficinas. Los que no generan ingresos son los
apartamentos de servicio o las oficinas de la Curia. En cuanto a su valor de
mercado, es imposible hacer una estimación. Tomemos los edificios de la Piazza
Pio XII: ¿cuánto valen en la práctica? Si se convierten en un hotel de máximo
lujo, es una cosa; si albergan las oficinas de la Curia Romana, tal y como lo hacen
ahora, no valen nada. Además, alrededor del 60 por ciento de los apartamentos
se alquilan a empleados que tienen necesidades, a los que se les cobra un
alquiler reducido. Se trata de una forma de vivienda social. Si esto lo hacen
las grandes empresas privadas, son acciones encomiables que cuidan del
personal. Si lo hace el Vaticano, somos incompetentes, o peor aún, no sabemos
cómo administrar el patrimonio”.
“Poner
al Papa contra la Curia -concluye Galantino- es un cliché periodístico
desgastado. Todos seguimos trabajando para equilibrar los ingresos y los
gastos, y por eso tratamos de hacer exactamente y solo lo que el Papa quiere.
Otras lecturas se acercan más al Código Da Vinci, es decir, una aproximación
absolutamente novelesca a la realidad”.
Vatican
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