“Tic,
toc, tic, toc...”
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Abrí
un ojo, abrí el otro... Eran las dos de la mañana, y por la celda se oía un
“tic, toc” de reloj. Intentaba conciliar el sueño de nuevo, pero no me dejaba
el continuo sonido proveniente de alguna parte de mi celda. Opté por levantarme
y buscar. Normalmente no llevo reloj, así que no había nada encima de ningún
mueble: la mesa, la estantería... nada, pero el “tic, toc” seguía sonando sin
parar.
Afiné
el oído y fui poniendo la oreja en el armario, en el cajón de la mesa de
escritorio... hasta que por fin encontré un reloj que hacía tiempo había
escondido por este mismo motivo, pensando que no se volvería a escuchar desde
el cajón.
“Tic,
toc, tic, toc...” A veces me ocurre lo mismo con las cosas que me vienen a la
cabeza: intento acallarlas, esconderlas, pero su sonido vuelve una y otra vez.
Un problema, un recuerdo, culpabilidad, dificultad... “tic, toc”.
Jesús
nos invita a levantarnos cuando oigamos ese “tic, toc”, pero no solos, sino
dándole la mano para buscar ese reloj que escondimos en su momento, que nos
cuesta escuchar o queremos evitar y, sin embargo, sigue ahí: “tic,toc”.
Solo
cuando lo saques a la luz y le quites las pilas verás que dejará de sonar. Esto
es lo que hace Jesús con nuestra vida; entra en ella para ordenarlo todo: donde
hay heridas, las cura; donde hay vida, la potencia... Cristo te da todo y no te
quita nada. Él quiere tu felicidad, y, para ello, necesita que le des la mano.
Hoy
el reto del amor es que, cuando mires al reloj, sonrías al recordar que Jesús
te ama y está a tu lado.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma