Dios sabe todo de nosotros, y se compadece de nosotros, Él es misericordioso y nos quiere ayudar a sanar las dolencias de nuestra alma
Nuestro Dios es un Dios que escucha, que muestra compasión ante el lamento, que no se queda impasible ante las lágrimas, se deja vencer por la súplica. Las oraciones atraviesan las nubes y llegan a él.
Tenemos que tomar que luchar solo con nuestras solas fuerzas es insuficiente, para vencer las heridas profundas, para llegar al perdón auténtico, para empezar a amar, para sonreír de corazón no basta con proponérselo.
Es cierto que son muy buenos los libros
de autoayuda y tomar una actitud positiva, pero para la mayoría de las personas
esas cosas son insuficientes. Frente a las decepciones profundas de la traición
de un amigo, frente a las violaciones que experimentó una niña, frente a una
enfermedad, no basta con simplemente con tomar una actitud positiva.
Sin embargo, hay gente que le pone
demasiada confianza a las neuronas y creen que todo consiste en reprogramar el
cerebro, en pensar diferente, pero aunque algo bueno puede salir de allí, es
algo muy limitado. Un
cristiano reconoce que es cierto que debe reprogramar su vida, pero pone su
confianza no en sí mismo para hacerlo, sino en el Señor.
Dios sabe todo de nosotros, y se
compadece de nosotros, Él es misericordioso y nos quiere ayudar a sanar las
dolencias de nuestra alma. Aquí están los principios
de sanación interior en el Nuevo Testamento:
1.- Realismo
Las actitudes de huida, de negación, de
represión y de escapismo son contrarias a la dinámica del Evangelio, y cada vez
que nosotros escondemos el problema que tenemos estamos obrando en dirección
opuesta. Necesitamos confrontar al pecado, confrontar el dolor, confrontar la
herida, confrontar al demonio. La negación del problema es nuestra primera
dificultad, debemos ser realistas y aceptar nuestros problemas.
La oración, el silencio y participar en
un retiro espiritual nos ayuda a ver nuestros errores, nuestra
soberbia, nuestro orgullo, nuestra petulancia, así podemos despertar a la
realidad.
2.- Bondad de la creación
Eso quiere decir que usted peca con su
cuerpo pero el cuerpo humano en sí no es malo, usted peca con su boca pero el
don de la palabra o es malo, usted peca con el dinero pero el dinero en sí no
es algo malo. La bondad de la creación indica que la raíz de nuestros problemas
no están en las cosas y no está afuera, Cristo dijo “No es lo que viene de
afuera lo que hace impuro al hombre, es lo que sale de su corazón.”
La bondad de la creación es un principio que existe para que te reconcilies con tu
cuerpo, como por ejemplo en el caso de la autoculpabilización
por sufrir un abuso, lo cual sucede mucho en las mujeres, que luego de una
violación comienzan a creer que ellas son las culpables y piensan que sus
cuerpos son pecaminosos, pero debemos estar conscientes de que cada una de las
células de nuestro cuerpo bendito es una creación de Dios. Tenemos que
reconciliarnos con nuestro propio cuerpo, dejar a
un lado los rechazos físicos, para así encontrar paz con
nosotros mismos. Lo mismo sucede con los sentimientos, tenemos que dejar de
luchar con ellos. Dios acepta y ama y tu ser, por eso es importante que
nosotros también lo hagamos.
3.- Hay un orden correcto cuando se trata de sanar el corazón
La mayor parte de la gente cree que
cuando se habla de perdón y perdonar se trata de cambiar sentimientos, porque
ponemos los sentimientos como la locomotora de la vida pero es un error.
Si usted intenta luchar contra un
sentimiento va a perder, porque los sentimientos son más fuertes que nosotros.
Eso no va a funcionar porque el orden es, en primer lugar la escucha del
mensaje de Dios, es decir, lo primero que necesitamos para que nuestra vida
cambie es recibir la palabra de Dios de una manera personal, pues Él le habla a nuestro corazón para que
algo cambie en nosotros, no podemos cambiar nada en nuestras
relaciones problemáticas si no comenzamos a ser una persona diferente, cuando
nos sentimos perdonados por Dios nos abrimos a perdonar a otros, la vida no
cambia si no cambiamos nosotros, y el único que puede cambiarnos es el Señor,
debemos aliarnos con Él, escuchemos la palabra de Dios y apliquemos sus
enseñanzas a notros. Debemos escucharlo como si fuéramos su único oyente,
y entonces llegará el verdadero gozo gracias al cambio en nuestra vida.
La locomotora es la escucha de Dios,
cuando hemos entendido eso, podemos avanzar, y el primer vagón es la convicción y la fe de que Dios lo puede todo. El segundo vagón es la obediencia,
es la acción de buscar el bien de la otra persona así nos haya hecho daño, y el
primer bien que podemos hacerle a nuestros enemigos es entregarlos a la
voluntad de Dios, debemos orar por ellos. El
tercer vagón es el sentimiento, es allí cuando podemos cambiar
la manera en que vemos a quienes nos han hecho daño, que podemos comprenderlos
y cambiar nuestros sentimientos hacia ellos. Por último está el cuarto vagón, que es la reflexión,
allí debemos reflexionar sobre lo que Dios hizo y apreciamos la transformación
que ha logrado el Señor en nosotros.
4.- Todo camino de sanción apunta a la instauración del reino
de Dios
La razón principal de la llegada de
Cristo a la tierra, fue para instaurar y abrir las puertas del reino de Dios a
la humanidad, por lo tanto, la llegada de Cristo a tu corazón busca hacer lo
mismo.
La mayor parte de los seres humanos,
incluyéndome, hemos llegado a Cristo porque necesitamos un parche en nuestras
vidas, necesitamos resolver un problema, sin embargo Él no está ahí para eso,
Él busca vivir en nosotros. Debemos entregarle el trono de nuestras vidas a
Jesús, para que se convierta en el Señor de nuestra existencia.
5.- Re-significación
Muchas veces cuando nos suceden cosas
malas nos preguntamos “¿Por qué a mí?”, con este principio Cristo llega a
entender el motivo, es la respuesta a la pregunta a nuestra devastación, son
las razones positivas detrás de las tragedias que nos suceden, es el bien que
surge después del mal, eso es la re-significación, y estos son los motivos:
- Cristo nos muestra que el mal que hemos padecido es una oportunidad para probar nuestros propios límites, y para fortalecernos. Las experiencias de desbordamiento, tienen como fin vencer la soberbia, así podemos vencer la raíz de todos los pecados, pues la soberbia es la raíz todos los pecados y Dios nos libera de ella a través de esas experiencias abrumadoras de devastación.
- Las decepciones y desilusiones tienen la función de desatarme y liberarme de la idolatría de los poderes de este mundo, ellas nos libran de la idolatría hacia las cosas y las personas, es indispensable pues a veces tenemos una idea demasiado romántica de nuestros amigos, de nuestras carreras, de nuestros esposos, de nuestra familia, y cuando nos decepcionamos nos damos cuenta de los errores de los demás.
- Las situaciones negativas además nos ayudan a experimentar directamente la necesidad humana, y nos abre a la compasión, pues las personas que surgen de las condiciones más oscuras de la humanidad y de los fracasos, son los más indicados para ayudar a personas que están pasando por las mismas tragedias, nos vuelven más compasivos y abiertos a ayudar a otros.
- Cristo permite que vivamos el mal porque quiere hacer de nosotros un libro viviente, un narrador que sirva de testimonio, una prueba de superación, nos quiere mostrar su misericordia a nosotros y la esperanza a otros. No es para que nos quedemos con los males que nos suceden, sino porque nuestra vida tendrá un desenlace precioso y las experiencias negativas nos llevarán allá, a través de la narrativa que está construyendo en nosotros le mostrará el bien a otros.
- Dios a través de historias de gran dolor está preparando regalos maravillosos para nosotros y para otras personas, una referencia clara de eso es la historia de José, hijo de Jacob, la cual se refleja en el génesis, él fue vendido como esclavo por sus hermanos, más tarde fue encarcelado y termino por convertirse en la mano derecha del Faraón, y gracias a eso logró salvar a su familia. Los males que estas padeciendo hoy, son la antesala de los bienes maravillosos del mañana, no lo vemos claramente cuando estamos en esa situación, pero más adelante se vuelve evidente.
- Nuestros dolores son ocasión de penitencia, de purificación y de unión con la pasión de Cristo. El transforma nuestro sufrimiento y lo convierte en salvación para nosotros y para los demás.
- Esos males nos sirven para entender que lo mejor siempre está por delante, que lo mejor no ha llegado todavía. A veces necesitamos los descontentos para avanzar, para no quedarnos en un lugar, que entendamos que somos peregrinos, que estamos de paso.
Recibamos la gracia del señor, recibamos
los males que nos da, pues siempre lo hace para un bien mayor, aunque suframos,
pequemos y nos decepcionemos, tenemos que confiar en el Señor. Él siempre tiene
un plan que no alcanzamos a vislumbrar completamente, pero debemos confiar en
que de su mano llegaremos al lugar correcto, a la vida eterna.
Artículo originalmente publicado por fraynelson.com