Eran unas quince familias enteras con niños, algunos aún bebés, que se alojaban en las instalaciones del Centro para asistir al curso anual que comenzaba al día siguiente
El 23 de marzo, miles de
fieles se reunieron en el Centro Catequético de Guiúa, en la diócesis de
Inhambane, para la conclusión de la fase diocesana del proceso de beatificación
y canonización de un grupo de catequistas laicos mozambiqueños y sus familias,
asesinados por odio a la fe el 22 de marzo de 1992, mientras participaban en un
curso de formación en este Centro Catequético diocesano administrado por los
Misioneros de la Consolata (IMC).
Esta es la primera causa de
beatificación cuya fase diocesana se inició (25 de marzo de 2017, 25
aniversario de la masacre) y terminó en Mozambique.
El padre Osorio Citora Afonso, IMC, mozambiqueño, recuerda el
heroico testimonio de los catequistas martirizados. “Después de la declaración
de independencia en 1975, con el ascenso al poder del Frente para la liberación
de Mozambique (Frelimo) de inspiración marxista-leninista, comenzó un período
de verdadera persecución contra la Iglesia, con expropiaciones, restricciones
de todo tipo a la actividad pastoral y negación de visas de entrada a
misioneros extranjeros en el país.
La Iglesia fue despojada de
sus posesiones. Muchas misiones se vaciaron de misioneros y sacerdotes.
Nacieron entonces muchas pequeñas comunidades cristianas. Ya no podían
congregarse entorno a sacerdotes y misioneros y así comenzaron a crecer gracias
a los llamados “misioneros-laicos”, es decir, los catequistas y los animadores
de las comunidades cristianas”.
Así comenzó la historia de los catequistas que ofrecieron heroicamente sus vidas por el Evangelio entre 1975 y 1992. Además de los formados en el Centro Catequético de Anchilo que llevaron a cabo su actividad misionera en el área de Nampula y fueron asesinados en el campo misionero, otros fueron asesinados junto con sus familias mientras se preparaban para su ministerio en el Centro Catequético Diocesano de Guiùa.
Así comenzó la historia de los catequistas que ofrecieron heroicamente sus vidas por el Evangelio entre 1975 y 1992. Además de los formados en el Centro Catequético de Anchilo que llevaron a cabo su actividad misionera en el área de Nampula y fueron asesinados en el campo misionero, otros fueron asesinados junto con sus familias mientras se preparaban para su ministerio en el Centro Catequético Diocesano de Guiùa.
Eran unas quince familias
enteras con niños, algunos aún bebés, que se alojaban en las instalaciones del
Centro para asistir al curso anual que comenzaba al día siguiente.
Durante la noche, los guerrilleros de Renamo atacaron las instalaciones y se llevaron a hombres, mujeres y niños, para obtener información sobre el Frelimo, que obviamente no obtuvieron. Ahí se desató la pesadilla. “Alejaron a las familias del Centro unos tres kilómetros, y después de un doloroso interrogatorio, comenzaron a matar a todos en un claro. Otros catequistas, al ver la situación, pidieron poder rezar. Después de unos minutos de oración, los 23 catequistas fueron asesinados. Era la noche del 22 de marzo de 1992”.
Desde de los trágicos acontecimientos, los mozambiqueños los han llamado siempre “los Mártires de Guiúa”. Fueron enterrados a lo largo del camino que conduce al santuario de la Reina de los Mártires en el que se reúnen periódicamente para revitalizar su fe recordando el testimonio dado por estos catequistas
Durante la noche, los guerrilleros de Renamo atacaron las instalaciones y se llevaron a hombres, mujeres y niños, para obtener información sobre el Frelimo, que obviamente no obtuvieron. Ahí se desató la pesadilla. “Alejaron a las familias del Centro unos tres kilómetros, y después de un doloroso interrogatorio, comenzaron a matar a todos en un claro. Otros catequistas, al ver la situación, pidieron poder rezar. Después de unos minutos de oración, los 23 catequistas fueron asesinados. Era la noche del 22 de marzo de 1992”.
Desde de los trágicos acontecimientos, los mozambiqueños los han llamado siempre “los Mártires de Guiúa”. Fueron enterrados a lo largo del camino que conduce al santuario de la Reina de los Mártires en el que se reúnen periódicamente para revitalizar su fe recordando el testimonio dado por estos catequistas
Fuente: Agencia Fides