El
Papa Francisco llegó la mañana del 9 de septiembre a Port Louis, Mauricio
La
eucaristía es celebrada en el Monumento de María Reina de la Paz. Alrededor de
cien mil personas asisten a la celebración en una mañana llena de sol.
El
monumento de María Reina de la Paz fue inaugurado el 15 de agosto de 1940, en
agradecimiento por la preservación del país durante la Primera Guerra Mundial.
Está construido de forma de terrazas ascendentes, llenas de verde y flores
multicolores. La cumbre está coronada con la imagen de la Virgen María, hecha
en mármol y de unos tres metros de alto.
El
Papa Francisco comenzó su homilía saludando a los miles de peregrinos venidos
no solo de Mauricio, sino de las demás islas circundantes, del Océano Índico y
les animó a dejar que la misma Palabra, que Jesús pronunció hace dos mil años,
“encienda hasta los corazones más fríos”.
Continuó
afirmando: “Juntos podemos decir al Señor: creemos en ti y, con la luz de la fe
y el palpitar del corazón, sabemos que es verdad la profecía de Isaías:
anuncias la paz y la salvación, traes buenas noticias, reina nuestro Dios”.
El
texto del Evangelio sobre el que reflexiona el Papa es el de las
Bienaventuranzas: “Las bienaventuranzas «son el carnet de identidad del cristiano.
Si alguno de nosotros se plantea la pregunta: “¿Cómo se hace para ser un buen
cristiano?”, la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo,
lo que pide Jesús en las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del
Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras
vidas”.
El beato p. Laval
En
este contexto, el Santo Padre recordó al beato Jacques-Désiré Laval, de quien
dijo: “El amor a Cristo y a los pobres marcó su vida de tal manera que lo
protegió de la ilusión de realizar una evangelización “lejana y aséptica”.
Sabía que evangelizar suponía hacerse todo para todos”.
Modelo de evangelización
Seguidamente,
Francisco profundizó sobre el sentido que de la evangelización tenía el p.
Laval: “Aprendió el idioma de los esclavos recientemente liberados y les
anunció de manera simple la Buena Nueva de la salvación. Supo convocar a
los fieles y los formó para emprender la misión y crear pequeñas
comunidades cristianas en barrios, ciudades y aldeas vecinas, muchas de
estas pequeñas comunidades han sido el inicio de las actuales parroquias. Fue
solícito en brindar confianza a los más pobres y descartados para que
fuesen ellos los primeros en organizarse y encontrar respuestas a sus
sufrimientos”.
Promover una Iglesia que
convoque. Contar con los jóvenes
El
Papa llamó a la Iglesia no perder el entusiasmo evangelizador, “refugiándonos
en seguridades”, que derivan en una Iglesia incapaz de convocar. Por eso,
insiste: “El impulso misionero tiene rostro joven y rejuvenecedor. Son
precisamente los jóvenes quienes, con su vitalidad y entrega, pueden aportarle
la belleza y frescura propia de la juventud cuando desafían a la comunidad
cristiana a renovarnos y nos invitan a partir hacia nuevos horizontes”.
Situación de la juventud
El
Papa llamó la atención sobre la situación de los jóvenes en Mauricio: “son los
jóvenes los que más sufren, padecen la desocupación, les quita la posibilidad
de sentirse actores privilegiados de la propia historia común”. Los jóvenes,
dice el Papa, “viven un futuro incierto que los empuja fuera del camino y los
obliga a escribir su vida al margen, dejándolos vulnerables y casi sin puntos
de referencia ante las nuevas formas de esclavitud de este siglo XXI. ¡Ellos,
nuestros jóvenes, son nuestra primera misión!”
Acercarse como Iglesia a
los jóvenes
El
Santo Padre animó a todos a “darles un lugar (a los jóvenes), conociendo “su
lenguaje”, escuchando sus historias, viviendo a su lado, haciéndoles sentir que
son bienaventurados de Dios. ¡No nos dejemos robar el rostro joven de la
Iglesia y de la sociedad; no dejemos que sean los mercaderes de la muerte
quienes roben las primicias de esta tierra!”
Y
preguntándose qué haría el p. Laval, el Papa afirmó: “Para vivir el Evangelio,
no se puede esperar que todo a nuestro alrededor sea favorable, porque muchas
veces las ambiciones del poder y los intereses mundanos juegan en contra
nuestra (…) En una sociedad así, se vuelve difícil vivir las bienaventuranzas
(…) pero no podemos dejar que nos gane el desaliento”.
“Cada vez somos menos”
El
Papa insistió que, ante esta constatación, no debería solo preocuparnos el
número, sino “Las carencias de hombres y mujeres que quieren vivir la felicidad
haciendo caminos de santidad, hombres y mujeres que dejen arder su corazón con
el anuncio más hermoso y liberador. Si algo debe inquietarnos santamente y
preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la
fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de
fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida”.
Dejarse tocar por Jesús,
el Señor
Dejemos
que toque el corazón de muchos hombres y mujeres de esta tierra, dejemos que
toque también nuestro corazón para que su novedad renueve nuestra vida y la de
nuestra comunidad. Y no nos olvidemos que quien convoca con fuerza, quien
construye la Iglesia, es el Espíritu Santo, afirmó Francisco.
Finalizó
la homilía invitando a los fieles a solicitar a María: “Pidámosle el don de la
apertura al Espíritu Santo, de la alegría perseverante, esa que no se amilana,
ni se repliega, la que siempre vuelve a experimentar y afirmar que “el
Todopoderoso hace grandes obras, su nombre es santo”.
Al
término de la celebración de la Santa Misa, el Papa saludó a los asistentes,
así como agradeció al cardenal Piat, a Mons. Aubry y a todos por su trabajo y
esfuerzo. De igual manera, al Presidente de la República, al Primer Ministro y
a las autoridades del país por su generoso esfuerzo realizado.
Saludo
a los presos que han seguido el camino "Alfa" en la cárcel y que me
han escrito; les dirijo mis saludos cordiales y mi bendición.
También
dio las gracias a los sacerdotes, diáconos, consagrados y voluntarios. A las
personas venidas de Seychlles, Reunión, Comoras, Chagos, Agalega, Rodrigues y
Mauricio. A todos les aseguró sus oraciones y cercanía.
Manuel
Cubías – Ciudad del Vaticano
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