Bartolomé señala el camino del servicio al mundo como
la vía principal de la evangelización
Una entrevista con el Patriarca Ecuménico de
Constantinopla, que relata su sorpresa ante el don inesperado de Francisco,
señala que la única manera de evangelizar es a través del servicio al mundo, y
habla de los incendios en la Amazonía, explicando las razones espirituales y
teológicas de nuestro compromiso con el medio ambiente.
El don de las reliquias de Pedro, que Francisco quiso
entregar al sucesor de San Andrés, representa "un nuevo hito" y un
"paso crucial" en el camino hacia la unidad de los cristianos. Así lo
afirmó el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, en la víspera de su
viaje a Roma en esta entrevista con Vatican News y L'Osservatore Romano,
relatando la sorpresa del regalo inesperado.
Bartolomé señala el camino del servicio al mundo como
la vía principal de la evangelización, y en respuesta a una pregunta sobre el
próximo Sínodo dedicado a la Amazonía, explica las razones espirituales y
teológicas del compromiso con el medio ambiente amenazado de destrucción.
Su Santidad, ¿cuál fue su primera reacción cuando
recibió del Papa Francisco el relicario que contiene los 9 fragmentos de los
huesos del Apóstol Pedro?
"Debemos admitir que, al principio, nos
sorprendió mucho saber que Su Santidad, nuestro hermano, el Papa Francisco, nos
estaba regalando un tesoro así. Este gesto sorprendió a muchos. Ni siquiera la
delegación del Patriarcado Ecuménico, que estaba en Roma para la fiesta
patronal de nuestra Iglesia hermana, lo esperaba. Por lo general, este tipo de
evento es objeto de discusiones de protocolo. Esta vez no fue así. Apreciamos
sinceramente este don, que es la manifestación de la espontaneidad, signo del
verdadero amor fraterno que hoy une a católicos y ortodoxos".
¿Qué significa este gesto?
"Podemos distinguir al menos tres significados
profundos. En primer lugar, la llegada de las reliquias del Santo Apóstol Pedro
a la sede del Patriarcado Ecuménico en Constantinopla es una bendición en sí
misma. San Pedro es una figura central de la santidad porque es apostólico y en
muchos sentidos cercano a todos los cristianos: es el apóstol de la confesión,
pero al mismo tiempo el de la negación. San Pedro es el testigo de la
Resurrección, signo de esperanza para todos los cristianos.
El segundo significado que hay que recordar es el
vínculo de fraternidad que une a San Pedro y a San Andrés, patrón del
Patriarcado Ecuménico. De la misma manera que los dos apóstoles son hermanos
según la carne, también son hermanas nuestras Iglesias de Roma y de
Constantinopla.
Finalmente, el tercer significado es más ecuménico y
se refiere a la búsqueda de la unidad y la comunión. Este don de nuestro
hermano, el Papa Francisco, es un nuevo hito en el camino del acercamiento, un
paso crucial en el diálogo de la caridad iniciado hace más de cincuenta años
por nuestros predecesores. Un diálogo que hoy se pone bajo la bendición del
santo apóstol Pedro. Recordemos sólo estas palabras del Apóstol, que en nuestro
contexto actual adquieren una dimensión muy particular: "Ámense
intensamente, con corazón verdadero, regenerados no de una semilla corruptible,
sino de una incorruptible, por la palabra viva y eterna de Dios". (1 Pedro
1,22)
Hace más de 50 años, su predecesor
Atenágoras donó a San Pablo VI un icono que representa a los hermanos Pedro y
Andrés abrazándose uno a otro. El Papa Francisco lo define como "un signo
profético de la restauración de la comunión visible entre nuestras Iglesias".
¿En qué punto del camino estamos?
"Esa
es una buena pregunta. ¿Dónde estamos? Se ha progresado mucho en más de
cincuenta años. Sin embargo, todavía nos queda mucho trabajo por hacer para
restablecer el vínculo de comunión que nos sigue haciendo sufrir como negación
de la fraternidad perfecta a la que aspiramos.
La
división de los cristianos es un escándalo para la Iglesia, porque no hay
verdadero testimonio del Evangelio sino en la unidad de los miembros del Cuerpo
de Cristo. Como ya se ha dicho, el regalo de las reliquias de San Pedro a
nuestra Iglesia por parte de nuestro hermano el Papa Francisco, es un gesto
poderoso que demuestra el compromiso de la Iglesia de Roma al servicio de la
unidad de los cristianos. De una manera muy simbólica, es un reflejo casi perfecto
del icono mencionado en su pregunta. Los hermanos Pedro y Andrés se besan
místicamente una vez más para enseñarnos a vivir el vínculo de la fraternidad
ecuménica a la que estamos tan apegados.
En
el camino de la unidad, son necesarias dos vías. La primera se define como el
diálogo de la caridad, formado por todos aquellos gestos que nos acercaron
después del abrazo intercambiado en Jerusalén en 1964 por el Papa Pablo VI y el
Patriarca Ecuménico Atenágoras. La segunda se llama el diálogo de la verdad. Se
compone de los organismos de diálogo teológico que nos permiten considerar las
tradiciones comunes sobre las que construir nuestro futuro de comunión,
estudiando con honestidad y respetando las cuestiones que aún nos dividen. A
estos dos caminos nos gustaría añadir un tercero, el profético. Esto es lo que
hemos presenciado con este regalo inesperado.
El
regalo de las reliquias fue acompañado por una carta del Papa que se hizo
pública ayer, 13 de septiembre, día en que la Iglesia latina celebra la memoria
de su predecesor San Juan Crisóstomo. Es un Padre de la Iglesia venerado por
católicos y ortodoxos, que en una de sus famosas homilías dijo: "¿Quieres
honrar al Cuerpo de Cristo? No lo descuides cuando esté desnudo. No lo honren
aquí en el templo con telas de seda, y luego descuídenlo afuera, donde sufre
frío y desnudez. ¿Cómo se proclama hoy el Evangelio a partir de estas palabras?
"Creemos
que la experiencia litúrgica en la que se basa nuestra vida espiritual como
cristianos no debe separarnos de nuestro compromiso en el mundo y hacia el
mundo. Como seguramente sabéis, al final de la Divina Liturgia decimos:
"Vayamos en paz". Esta invitación no sólo nos llama a mantener la paz
que se nos ha dado, sino también a compartirla con el resto del mundo. Cuando seguimos
a San Pablo y confesamos a la Iglesia como el cuerpo de Cristo, debemos
recordar que no hay otra manera de cumplir la misión y difundir las buenas
nuevas de Cristo resucitado que, a través del servicio, la diaconía.
De este modo, seguimos el ejemplo del mismo Cristo que se entregó completamente
"por la vida del mundo". Pero nuestro servicio será aún mejor cuando
los cristianos hayan recuperado la plena unidad en la comunión de las Iglesias.
La
Iglesia Católica está a punto de celebrar un Sínodo dedicado a la región
amazónica, un gran recurso verde para nuestra "madre tierra". Siempre
han sido particularmente sensibles al tema de la salvaguarda de la creación.
¿Por qué es importante que esta sensibilidad se difunda y qué pueden hacer
juntos los cristianos para ayudar concretamente en este camino?
"La
protección de nuestro medio ambiente natural ha sido una prioridad para el
Patriarcado Ecuménico durante más de treinta años. Las razones son ecológicas,
pero también teológicas. La creación es un regalo de Dios para toda la
humanidad. Es en la creación, en la que participan los seres humanos, donde se
realiza la gracia salvadora de Dios para la salvación del mundo. Por lo tanto,
siempre hemos estado particularmente apegados a la idea de que la destrucción de
la naturaleza es sobre todo una cuestión espiritual y un pecado. Por eso la
respuesta debe ser también espiritual. Oramos por la creación en cada liturgia.
En
particular, rezamos por la protección del medio ambiente cada 1 de septiembre.
La oración es esencial, pero es sólo un primer paso. Los cristianos deben
comprometerse en el desarrollo de una ecología espiritual basada en el tema de
la conversión. A menudo escuchamos la cuestión de la conversión cuando
hablamos, por ejemplo, del sacramento de la confesión. Es lo mismo aquí. Si la
destrucción del medio ambiente es un pecado, no podemos protegerlo sin la
conversión. Porque es a partir de la conversión de los corazones que llegará la
conciencia de nuestra responsabilidad. En la tradición cristiana tenemos los
medios para pensar e influir en la transformación de nuestras formas de vida:
culto, ascesis, ayuno y acciones caritativas.
Los
bosques de la Amazonía han sido recientemente devastados por los incendios....
"Oramos
con intensidad de corazón por la selva amazónica, cuya destrucción es más que
una catástrofe, es una desgracia. El impacto de estos enormes incendios podría
tener consecuencias durante generaciones, afectando a la tierra, la
infraestructura y a los seres humanos. Es urgente cambiar nuestras prácticas y
nuestro modo de vida, porque estos fenómenos extremos nos obligan a considerar
la fragilidad fundamental de la naturaleza, los recursos limitados de nuestro
planeta y la sacralidad única de la creación.
Andrea Tornielli - Ciudad del Vaticano
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