Juan Pablo Navarro,
autor de Clara de Asís. La Dama Pobre, intenta con sus libros dar a
conocer «un mundo tan complejo como el de las santas contemplativas»
En el libro Clara
de Asís. La Dama Pobre, nada se deja al azar. «Hay cierta línea editorial y
el ilustrador trabaja con un texto ya escrito», explica Juan Pablo Navarro,
autor del libro.
Sin embargo, como explica el fundador de la editorial
Maratania, también existe un diálogo entre dibujante y escritor para dar a
conocer a los santos de la forma más nítida posible.
«Al haber cierta variedad
de ilustradores, también hay diferentes puntos de vista», apunta el escritor.
Y, a veces, esta diversidad de opiniones provoca cambios en el guión y nuevos
consensos. Un buen ejemplo es cómo María Bullón, ilustradora del libro dedicado
a santa Clara, alumbró una nueva escena. «Cuando santa Clara está en el
convento con sus hermanas, viene un tío suyo y coge a santa Inés por los pelos,
pero Bullón me convenció de que la escena era demasiado dura y decidimos
cambiarla», cuenta Navarro.
La sensibilidad de la
dibujante también les llevó a, en vez de representar aquel momento tan crudo,
hacer un sorprendente retrato de san Francisco de Asís en su lecho de muerte.
«Entonces tenía llagas y estaba ciego, pero en el libro sale muy alegre tocando
la guitarra», cuenta Navarro. A su juicio, aunque esta representación es poco
realista, «explica muy bien la realidad espiritual de san Francisco de Asís y
el canto de las criaturas».
Es, en definitiva, lo que
trata de hacer Juan Pablo Navarro en Clara de Asís. La Dama Pobre,
un libro para que los más pequeños se acerquen a «un mundo tan complejo como el
de las santas contemplativas». «Que unas señoras se metan en un convento es un
choque total para el hombre del siglo XXI», opina el autor.
Grandes y
pequeños
Los libros sobre santos de
la editorial Maratania tienen tres niveles de lectura. En páginas interiores,
hay distintos tipos de letras y colores. Algo que, según Navarro, «ayuda a los
niños a aprender con mayor facilidad». En cada página hay una palabra en
mayúsculas «para que se vea la enseñanza principal». Por otro lado, una serie
de frases aparecen subrayadas para que los padres puedan leer el cuento a sus
hijos de forma resumida.
Pero el libro también se
puede leer de corrido sin detenerse en estos aspectos, una opción que Navarro
recomienda a los mayores, pues considera que el libro también puede serles de
utilidad.
«Hay que tener cierta
madurez para leerlos, pero a partir de los ocho años, sirve para cualquier
lector», explica Navarro, quien lo ha comprobado con su hija. «Comenzó a
leerlos con 12 años y ahora, con 14, le siguen encantando».
Rodrigo
Moreno Quicios
Fuente:
Alfa y Omega