El
Papa Francisco presidió el rito fúnebre de la Ultima Commendatio et Valedictio
El
Cardenal Giovanni Battista Re, Vice Decano del Colegio Cardenalicio, fue el
encargado de celebrar las exequias del Cardenal italiano Achille Silvestrini,
Prefecto Emérito de la Congregación para las Iglesias Orientales, quien
falleció la mañana del jueves 29 de agosto, en la Ciudad del Vaticano a la edad
de 95 años. A lo largo de la homilía se destacó su espíritu de servicio
generoso ante Dios, el Papa y la Iglesia. Al final de la celebración
eucarística, el Papa Francisco presidió el rito fúnebre de la Ultima
Commendatio et Valedictio.
La
tarde del viernes 30 de agosto, en un ambiente de fraternidad y recogimiento,
tuvo lugar en la Basílica de San Pedro la celebración de las exequias del
Cardenal Achille Silvestrini, a quien el Señor llamó consigo a la edad de
95 años. Sus hermanos cardenales y seres queridos se reunieron para dedicarle
un último saludo y rezar por el eterno descanso de su alma.
Larga e intensa vida al
servicio de la Iglesia
El
encargado de presidir el funeral fue el Cardenal Giovanni Battista Re, Vice
Decano del Colegio Cardenalicio, quien durante la homilía recordó la larga y
activa vida que desarrolló Silvestrini en la Curia Romana al servicio de la
Iglesia, del Papa y de la Santa Sede.
Su
labor pastoral también destacó en favor de varios sectores de la sociedad a
través de los distintos cargos desempeñados que lo llevaron a trabajar por la
paz, los derechos humanos y las grandes causas de la humanidad en el ámbito
internacional. "Siempre se ha caracterizado por un gran espíritu
sacerdotal, con un punto de especial atención a la formación de los
jóvenes", dijo el Cardenal Re compartiendo un recorrido memórico sobre
algunos de los momentos más destacables de la vida de Su Eminencia.
Servicio diplomático en la
Santa Sede
Nacido
en Bisighella en 1923, fue ordenado sacerdote por el obispo de Faenza en 1946.
Se graduó en Literatura y Filosofía en la Universidad de Bolonia y luego
en Utroque iure (Derecho canónico y civil) en la Pontificia
Universidad Lateranense mientras estudiaba en la Pontificia Academia
Eclesiástica.
En
1952 ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede, iniciando su
colaboración con el entonces Monseñor Domenico Tardini, en cuya escuela -como
él mismo reconocía- tuvo una experiencia que le resultó muy útil en su vida.
Trabajo en la Secretaría
de Estado
En
sus 36 años de trabajo como Secretaria de Estado, con tareas cada vez más
exigentes y de mayor responsabilidad, el Cardenal Silvestrini mostró una gran
inteligencia y sabiduría.
Silvestrini
se ocupó inicialmente de los problemas del sudeste asiático (Vietnam, China,
Indonesia); luego, en 1965, se le encomendó el Sector Internacional en el que
se ocupó personalmente de los problemas de la paz, el desarme, los derechos
humanos y la defensa de la libertad religiosa y de los valores humanos.
Buscando el bien de la
Iglesia y de la sociedad
"Su
atención a las personas, su cultura, su conocimiento de las personas y de los
acontecimientos y su capacidad para estudiar los problemas le dieron la
perspectiva de las cosas posibles, para el bien de la Iglesia pero también de
la sociedad", afirmó el Cardenal Re, haciendo hincapié en que la estima
por él fue creciendo poco a poco, hasta que posteriormente el Papa Pablo VI lo
nombró Subsecretario del Pontificio Consejo para los Asuntos Públicos de la
Iglesia y el Papa Juan Pablo II, en 1979, lo nombró Secretario de la Sección de
la Secretaría de Estado para las Relaciones con los Estados, confiriéndole
personalmente la ordenación episcopal, con el título de Arzobispo.
Creado Cardenal por Juan
Pablo II
En
1988 el Papa Juan Pablo II lo creó Cardenal de la Santa Iglesia Romana,
encomendándole primero la tarea de Prefecto del Tribunal Supremo del Signet
Apostólico y luego lo transfirió al Prefecto de la Congregación para las
Iglesias Orientales, donde llevó a cabo una actividad muy apreciada por los
Patriarcas de las Iglesias Orientales.
Espíritu de servicio
generoso
Asimismo,
el Cardenal Re subrayó que en la gran variedad de trabajos y mandatos
realizados por el Card. Silvestrini, el espíritu que lo animaba era siempre el
mismo: "el de un servicio generoso y fiel a Dios, al Papa, a la Santa
Sede, y también de gran dedicación en la búsqueda del bien de la humanidad,
encontrando siempre tiempo para dedicarse a la formación de los jóvenes y,
en particular, a los jóvenes vinculados a Villa Nazaret".
"Imploramos
la misericordia divina, en la que él creyó y esperó, para que, purificado de
toda culpa, sea recibido por el Señor en la inmensidad de su amor y en su
felicidad eterna", concluyó.
Al
final de la celebración eucarística, el Papa Francisco presidió el rito fúnebre
de la Ultima Commendatio et Valedictio.
Ciudad
del Vaticano
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