Ser cristiano no es una
moda, como no serlo tampoco lo es
Hace
unas semanas, en Sao Paulo ―Brasil―, con ocasión del funeral que se estaba
celebrando durante una misa de diario, el sacerdote que presidía, después de
dar las gracias a las personas que habían acudido a rezar por el difunto,
recordó a los asistentes que nosotros los católicos creemos en la presencia
real de Cristo en la Eucaristía.
Y encareció a todos, especialmente a quienes no profesaran el catolicismo ―no pocos en Sao Paulo―, así como a quienes, aun siendo católicos, alejados de la práctica habitual, hiciese mucho tiempo que no recibían el sacramento de la confesión, que no se acercasen a comulgar, pues sería una ofensa al Padre. Se produjo un murmullo. No pasó nada.
Y encareció a todos, especialmente a quienes no profesaran el catolicismo ―no pocos en Sao Paulo―, así como a quienes, aun siendo católicos, alejados de la práctica habitual, hiciese mucho tiempo que no recibían el sacramento de la confesión, que no se acercasen a comulgar, pues sería una ofensa al Padre. Se produjo un murmullo. No pasó nada.
¿Cómo
vas a decir eso en una homilía? Lo dije en mi parroquia, en Madrid. Varias
personas me enviaron un “anónimo” afeándomelo. Habría agradecido que se
hubiesen acercado a la sacristía para hablar del asunto.
Los
carmelitas de la parroquia de Sta. Teresa de Ávila en Sao Paulo acogen a todo
el que se acerca. Una señora dirigía los cantos y nos saludaba al comienzo de
la misa de siete y media de la tarde ―que, por cierto, incluía el rezo de Vísperas―,
recordando, bien clarito y en voz alta, que debíamos apagar los móviles y
participar en la celebración. Como defiendo desde hace muchos años, una cosa es
acoger y otra dar la razón.
Hay
quien me pregunta cuándo vamos a tocar fondo. Esa no es la cuestión. Ya hemos
tocado fondo. La cuestión es cuánto tiempo vamos a tener que caminar por el
fondo. Es que lo que dices, Jaime, está pasado de moda. Entonces… “¿vivamos
pasados de moda?” Que se nos note en la vida cotidiana, en el lugar de trabajo,
al conversar en familia, al salir de paseo, etc., que somos hijos de Dios y
queremos comportarnos como Él espera de nosotros. Porque ser cristiano no es
una moda, como no serlo tampoco lo es.
Jaime
Noguera
Diácono
permanente
Fuente:
Alfa y Omega