Escúchale,
siempre responde
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Todos
los jueves tenemos Exposición del Santísimo en las Vísperas y la oración. Desde
mi sitio siempre veo la Custodia de lado, solo veo los rayos.
Al
empezar la oración, me he agachado para coger un boli y, al volverme, he
descubierto que la Madre Priora había girado la Custodia. Me encuentro a Jesús
mirándome fijamente, y te voy a compartir hoy mi oración.
Estoy
sentada, y tengo la Custodia frente a mí, expuesto el Santísimo. Esto quiere
decir que tengo a Jesús delante mío, el mismo que caminaba por Galilea, el
mismo que curaba en Jerusalén, el mismo que enseñaba en el monte, el mismo
Jesús... le tengo ahora delante mío.
Cuando
tienes a una persona delante de ti, lo primero que haces es saludarla y decirle
lo mucho que te alegras de verla. Eso es lo primero que he hecho: saludarle y
decirle que le amo.
Ahora
paso a compartirle y vaciar mi cabeza y corazón de todo lo que tengo en ellos,
le entrego una a una todas las cosas que me preocupan, que me hacen sufrir, que
me quitan la paz. No le pido soluciones, solo se lo entrego para que Él muera
por todo lo que a mí me mata y así resucite por ello, y a mí me lo devuelva
resucitado. Porque yo sola no puedo con cosas que tengo en el corazón,
situaciones que no comprendo, sufrimiento compartido.
Después,
paso a las cosas que tengo en el corazón y en la cabeza, pero que me hacen
feliz. Esto también se lo entrego una a una: esas personas que cada día me dan
la mano para caminar, ese proyecto bendecido y llegando lejos, ese cariño
detrás de la hermana.
Y
una vez que le he entregado todo, ya tengo la mochila vacía. En este momento
siento que mi corazón y mi cabeza están más libres. Y ahora le doy un tiempo a
Jesús para que me pueda hablar al corazón, poder escucharle en el susurro de
una inspiración, de una intuición, de un mensaje... En la oración, Jesús
siempre se hace presente, pero, por no estar atentos, se nos escapa. En ese
momento le dejo que pueda manifestarse. Él ya sabe todo de mí, ya le he puesto
todo en la Cruz; ahora solo tengo que estar, permanecer a Su lado, para recibir
Vida.
Jesús
se te puede manifestar en lo más cotidiano; la oración no consiste en grandes
esfuerzos, sino que es hablar de corazón a corazón. Y secundar lo que te sople
el Espíritu.
Hoy
el reto del amor no es hacer bien un rato de oración, sino meter en tu oración
tu día a día, dejar que Jesús entre en ello y te susurre algo. No salgas de la
iglesia sin llevarte algo de Jesús.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma